El Seminario Santo Tomás de Aquino de la Diócesis de San Cristóbal celebró este 2 de febrero sus 96 años de fundación, con una ceremonia eucarística en la Iglesia Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote en Palmira.
También participaron los religiosos y religiosas para conmemorar el Día de la Vida Consagrada, y unirse todos a la jornada de oración y reflexión convocada por la Conferencia Episcopal Venezolana en la fiesta de la Presentación del Señor.
El Obispo Mario Moronta exhortó a los seminaristas y miembros de la vida consagrada a ser “sacramento de la esperanza”, en medio de las adversidades que vive el mundo de hoy.
“Es importante reafirmar que todos nosotros somos un sacramento de la esperanza. Sacramento es un signo sensible de la gracia, eso debemos ser nosotros, contribuyendo con la obra de la salvación, y hacer crecer la esperanza”.
La misa fue concelebrada por el Obispo Auxiliar Juan Alberto Ayala Ramírez, y el Rector del Seminario Diocesano -presbítero Reinaldo Balza- junto a los demás sacerdotes formadores.
También enfatizó monseñor Mario Moronta en la homilía que “la Esperanza se hace crecer con la esperanza, y que es contraria al conformismo, la mediocridad, la tibieza, y ver las cosas con sentido mundano. La esperanza siempre es abierta a la transcendencia de Dios, que está presente en medio de nosotros”, dijo.
Además dejó en evidencia el Obispo del Táchira que la actualidad “nos pide de manera especial que tengamos esperanza aun cuando tengamos muchas razones para la desilusión, pero hay una sola razón muy importante para la Esperanza: y es que Dios nos ha elegido para que seamos sacramento de la esperanza, edificadores de la esperanza. No con palabras, sino con hechos, comunión y sinodalidad”.
“Al celebrar nuestro 96 años del Seminario Santo Tomás de Aquino, lo tenemos que hacer no pensando sólo en el pasado, sino en el futuro. Eso es esperanza. Necesitamos que nuestros sacerdotes y seminaristas sean un sacramento de esperanza”.
Finalizando la ceremonia el Obispo impartió la bendición a los miembros de la vida consagrada implorando a Dios que les ilumine en su misión como sacramento de esperanza en su apostolado evangelizador. (Prensa DiócesisSC)