En el anterior artículo hablaba de los Criterios formadores de una clase dirigente, que son parte esencial de una tarea para cada Iglesia Local o Diócesis e instituciones eclesiales de Venezuela
Aunque su deseo más íntimo fue dedicar su vida a Dios, en su fructífero peregrinar, la Madre Félix comprendió que esa dedicación se hacía objetiva en el prójimo, de esta manera, también cumplía con la profundidad de la vocación que nos propuso Jesús: amar al prójimo como a nosotros mismos.
En las palabras de los discípulos podemos suponer que no sólo se trataba de una simple invitación a entrar en la casa, sino a entrar en su vida, en su corazón que, como sabemos, es la intimidad misma de todo hombre.
Esta serié de artículos que vengo proponiendo buscan presentar un tentativo de formación de clase dirigente popular, conformada por ciudadanos con capacidades para intervenir y participar en la vida pública con una vocación cristiana y democrática, iluminada por la categoría discípulo misionero que nos propone Aparecida.