Hoy, 11 de septiembre de 2020, 68 años de la Coronación Canónica de su patrona, Nuestra Señora de Coromoto.
El 7 de octubre de 1944, el Papa Pío XII confirmó el deseo de los venezolanos que había resonado en la voz de sus Obispos, constituyendo a la Santísima Virgen de Coromoto como “Celeste y Principal Patrona de Venezuela”. 8 años más tarde, en el marco de los 300 años de la aparición de la “Bella Señora”, el Card. Manuel Arteaga Betancourt coronó la Sagrada Imagen de Nuestra Señora de Coromoto en Guanare, estado Portuguesa, en obediencia al mandato de Su Santidad Pío XII, el 11 de septiembre de 1952.
La Comisión de Liturgia de la Conferencia Episcopal Venezolana, presentó un Subsidio para las celebraciones litúrgicas de la Solemnidad de Nuestra Señora de Coromoto, Patrona de Venezuela: DESCARGAR
Nuestra Señora de Coromoto fue proclamada Patrona de Venezuela por el Episcopado Venezolano en el año 1942, a raíz de la devoción que despertó esta advocación mariana al ser no solo una aparición que atestiguaron los nativos de estas tierras, sino por el amor que demostró a Venezuela al quedarse plasmada en la Sagrada Imagen resguardada en la Basílica Menor Santuario Nacional de Nuestra Señora de Coromoto de la Diócesis de Guanare, edificada en el lugar exacto de su aparición.
La Iglesia en Venezuela celebra los 368 años de la aparición de Nuestra Señora de Coromoto en tierras venezolanas, con un mensaje de conversión y fe para los pobladores originarios que sigue vigente en la actualidad.
Primera aparición: Una invitación al Bautismo
Corría el año de 1651, cuando una mujer de incomparable belleza, con un niño entre sus brazos, se apareció al Cacique Coromoto, de la tribu de los Cospes, y a su mujer, quienes se encontraban transitando por una quebrada. “Vayan donde los blancos, para que les echen el agua en la cabeza”, les habló ella en su lenguaje. Y ellos, embelezados por la dulzura de aquella resplandeciente mujer, obedecieron.
Casi de inmediato se cruzaron con Juan Sánchez, un español honrado y cristiano que se dirigía a El Tocuyo. Le contaron lo sucedido, y aquél hombre le pidió a Coromoto reunir a su tribu y, en 8 días, se encontrarían nuevamente. Así lo hicieron, y tras los 8 días, la tribu se fue junto a Sánchez, quien empezó a prepararlos en la fe cristiana.
Segunda aparición: Una invitación a la fe
Los meses pasaron y poco a poco los indígenas recibían el Sacramento del Bautismo. Pero Coromoto, que extrañaba sus costumbres con la tribu, la tarde del 8 de septiembre de 1652, se alejó de sus compañeros, volviendo a su bohío. Allí se encontraba su esposa, su hermana Isabel y el hijo de ella. Poco había pasado desde su llegada, cuando ante ellos apareció nuevamente, de modo visible y corpóreo, la Bella Mujer, resplandeciente como sol de mediodía.
“¿Hasta cuándo me quieres perseguir? Bien te puedes volver que yo no he de hacer lo que me mandes, por ti deje mis conucos y conveniencias y he venido aquí a pasar trabajo”, reclamó el Cacique, confundido como estaba. Su mujer entonces le riñó a él, pidiéndole no alzarle la voz con tal irrespeto. Aún más molesto, Coromoto intentó atacar a la Divina presencia con una flecha, pero ella, con una expresión de ternura, se acercó aún más a él. El Cacique soltó las armas al suelo al instante, y se abalanzó sobre la Soberana Señora, pero cuando la iba a tomar en sus manos, desapareció.
Quedó sin embargo entre sus manos la imagen de la Bella Mujer que habían visto, diminuta, pero resplandeciente. El Cacique la envolvió entonces en una hoja, y la escondió entre la paja, aún en medio de su molestia. Pero su sobrino, habiendo quedado tan impresionado, escapó a hurtadillas de la choza y se dirigió a casa de Juan Sánchez, para contarle lo sucedido.
Se dirigió entonces de vuelta junto al español, al bohío de Coromoto, y entrando cuidadosamente y en silencio, tomó la pequeña imagen. Apenas la vio, Juan Sánchez reconoció la imagen de la Madre de Dios, María Santísima, con Jesús Niño en brazos. Ante la incredulidad del sacerdote del pueblo, el español colocó la reliquia en un altar en su casa. La fama de la aparición se fue extendiendo, y con ella la fe y devoción, que continúa aumentando en la actualidad, a más de tres siglos de tan importante acontecimiento.
Nuestra Señora de Coromoto, Patrona de Venezuela, continúa invitando hoy a la fe, la conversión y la fraternidad en el país, desde los principios y valores cristianos.