En medio de una frágil situación política y social, el nuevo presidente de Perú, Francisco Sagasti, nombró un Ejecutivo abiertamente orientado a cumplir sus promesas de estabilidad, esperanza y justicia para la violenta represión de las movilizaciones ciudadanas que costaron la vida a dos jóvenes.
La tensión que dominó la vida del país suramericano durante la última semana comienza a difuminarse, impulsada por los pasos conciliadores del mandatario, que refrendó con la elección de su gabinete la sensibilidad para atender los pedidos de la ciudadanía para la que ostensiblemente fue elegido.
Frente al gabinete de su predecesor, Manuel Merino, quien dimitió el domingo bajo la presión de la movilización ciudadana, Sagasti sí ha parecido capaz de convocar un Ejecutivo de expertos diverso y con holgura suficiente como para satisfacer las presiones de la calle, el mundo económico, el deseo de justicia y la juventud que ha sido protagonista excluyente de la resistencia contra los abusos de la vieja clase política peruana.
Significativo fue así el nombramiento de Violeta Bermúdez, una abogada feminista, con experiencia de Gobierno y especializada en temas de gobernabilidad y derechos humanos como nueva primera ministra de Perú.
Bermúdez, ampliamente respetada en el país, es una firme defensora de las políticas de igualdad y una opción evidentemente sensible para la juventud movilizada, en la que la presencia femenina está siendo extraordinariamente relevante.
Como paradoja, el Gabinete que dirigirá Bermúdez no es paritario no es paritario y quedó formado por ocho mujeres y diez hombres.
Sin embargo, la presencia femenina quedó reforzada por el alto rango de los ministerios que ocupan: son mujeres la primera ministra, la ministra de Exteriores, Esther Astete y la ministra de Defensa, Nuria Esparch, los tres primeros cargos en orden de precedencia del Gobierno.
Esparch es la primera mujer en la historia en ocupar la cartera de Defensa en Perú.
La nómina de funcionarios contrasta en fondo y forma con la que Manuel Merino intentó gobernar entre el 9 y el 15 de noviembre, un gabinete liderado por el conservador Ántero Flores-Aráoz, que convocó a un grupo de marcada tendencia derechista, conservador e integrista cristiano.
Polos opuestos
La selección de Sagasti ofreció además guiños a otros muchos sectores conforme con el criterio de pluralidad ideológica que había prometido durante su discurso de asunción.
El gabinete de transición, que gobernará tan sólo hasta el 28 de julio de 2021 y cuya principal misión será garantizar las elecciones generales de abril, combatir la Covid-19 y relanzar la maltrecha economía, incluye tanto abogados de la prudencia fiscal y el control del gasto público como defensores del medio ambiente, pasando por técnicos especialistas, intelectuales e investigadores.
Sagasti también rescató para su ejecutivo a ministros del gabinete de Martín Vizcarra cesados el pasado día 9, entre ellos la destacada figura de Pilar Mazzetti, que recuperó las riendas del Ministerio de Salud, crucial en la lucha contra la Covid-19.