«El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en tierra de sombras, una luz resplandeció. Engrandeciste a tu pueblo e hiciste grande su alegría.» (Is 9, 1)
Cada año que pasa, cada momento que vivimos, es el reflejo de la experiencia que todos estamos llamados a compartir. «Contar algo» es sinónimo de transmitir, decir, hacer partícipe a los demás de aquello que ha sucedido. Este año, tan particular para todos, tan especial para muchos, tan triste para otros, hemos podido constatar la necesidad de ayudarnos siempre más. Es un año atípico, lleno de incertidumbre, de zozobra, de esperanza por un lado y de derrumbe por otro.
Un niño nos ha nacido…envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Palabras que nos llenan de esperanza en medio de las lágrimas de tantos hermanos nuestros que lamentan profundamente la situación en que se encuentran.
La Navidad de este año es LA NAVIDAD. José y María, como tantos migrantes amigos y desconocidos, estaban de un lado para otro buscando donde alojarse. ¿Respuesta? No. Como la respuesta de aquellos que hoy dicen a tantos hombres y mujeres: ¡NO! ante el clamor de justicia y de solidaridad.
La Navidad de este año es la expresión de un hombre justo que hace todo lo posible por hacer agradable y cómodo el parto de su esposa, como es el caso de José y de todos los «José y María» presentes en el mundo. Es el ejemplo de la sinceridad, el silencio, la prudencia y la honestidad de quien cree plenamente en aquel que hace nuevas todas las cosas.
La Navidad de este año se ve empañada por la falta de caridad y de conciencia de quienes piensan poder desafiar el daño que ocasiona la enfermedad, los problemas, las dificultades. En ello se constata que el mundo no escucha sino que va detrás del consumismo y del materialismo que tanto corroe el alma del hombre de hoy.
La Navidad de este año no está a los pies del Coronavirus o de la crisis mundial; no está en lo que solemos pensamos pues deberíamos proponernos ser mejores y ayudarnos los unos a los otros, y esto, lamentablemente, en muchos queda solo en palabras.
La Navidad de este año es paciencia, constancia, perseverancia, transparencia, docilidad y obediencia. Es la Navidad del 2020 que se convierte en fe y esperanza, después de tanto tropiezo, de tanto dolor y tristeza.
Es la Navidad también de los medios de comunicación, con los cuales hemos podido escuchar, ver y compartir todo lo que la Iglesia nos ha regalado (y sigue haciéndolo). Es la Navidad de la soledad para muchos, de la distancia física / social que se nos pide; la Navidad del que lucha entre la vida y la muerte en un centro de salud; la Navidad de los migrantes que sin rumbo fijo son humillados por quienes creen tener poder para ello; la Navidad de los ancianos, niños, jóvenes y adultos que cada día ponen su confianza en Dios y saben que siempre está allí, presente y lleno de amor y ternura.
Los Ángeles entonaron el canto del Gloria y con ellos nos animan para que cada uno de nosotros, allí donde estemos, levantemos nuestra voz para alabar y bendecir a Dios que se hace hombre para salvarnos y, al mismo tiempo, ser testigos de la liberación que viene de Él, siguiendo lo que en este itinerario de preparación se nos ha enseñado para hoy: ser voz que grita en el desierto.
Hoy, aquí y ahora, a ti hermano, a ti hermana, protagonista de las situaciones que surgen cada día, conscientes de la condición de cristianos que debemos manifestar como testimonio de vida, la invitación es clara: abrir el corazón y la mente a la acción misericordiosa de Dios.
María Santísima nos da detalles para vivir esta Navidad como debe ser. Ella desde el anuncio recibido se colocó en manos del Padre; ella se entregó en cuerpo y alma a vivir su maternidad con servicio y entrega; ella nos enseña a ser dóciles y dar la propia vida por los demás, y siguiendo su ejemplo, podemos dar testimonio de la presencia de Dios en cada uno de nosotros. Así sea.
Señor Jesús, Maestro del amor y de la vida, que te haces niño en medio de tu pueblo, te pedimos en esta Navidad 2020, por el mundo entero, por nuestro país Venezuela a ti consagrado. Estamos en tus manos y en ellas tenemos la confianza de recibir la sanación y la liberación que necesitamos.
Estamos ante ti, sin miedo y con esperanza, recibiendo el regalo de tu presencia en la Eucaristía, de tu misericordia, de la nueva creación, de la luz.
Te pedimos por todos y cada uno de nosotros, quienes ratificamos nuestra adhesión a ti y nuestro servicio misionero en pro de los más necesitados.
Te encomendamos los enfermos, los más débiles, los pobres y excluidos.
Confiamos en ti y nos refugiamos en tu amor.
Señor de la paz, de la salud y de la misericordia, escucha la súplica de tus hijos en esta hora en la que estamos y debemos estar más unidos que nunca. Así sea.
#YoMeQUedoEnCasa
#HoyMasUnidosQueNunca
#YoTengoUnAmigoSacerdote
#FelizNavidad2020
José Lucio León Duque
Sacerdote de la Diócesis de San Cristóbal