Joe Biden, presidente de Estados Unidos, firmó este jueves 28 de enero una orden ejecutiva con la que recovó la política de Ciudad de México, una medida firmada por la anterior administración que impedía el financiamiento, con fondos federales, de organizaciones abortistas fuera del país.
La política, que fue aprobada originalmente por el presidente Ronald Reagan en 1984, ha sido promulgada por todas las administraciones republicanas y anulada por todas las administraciones demócratas.
Esta política, afirman los obispos de Estados Unidos, “aseguraba que los dólares de los contribuyentes solo fueran destinados a organizaciones que acordaran dar servicios de salud de un modo respetuoso a la dignidad de todas las personas”.
La orden ejecutiva se firma solo un día después de la publicación de una encuesta que reveló que la gran mayoría de estadounidenses se oponen a financiar el aborto en el exterior con sus impuestos.
Según la encuesta, la gran mayoría (77%) señaló que “se oponen” o “se oponen firmemente” al uso de los impuestos para pagar los procedimientos de aborto en todo el mundo. Solo el 19% de los encuestados apoyó la financiación pública de abortos en el exterior.
La encuesta fue realizada por la Orden de los Caballeros de Colón junto con el apoyo de Marist Poll, la encuesta nacional de opinión pública operada por el Marist Institute for Public Opinion del Marist College, de New York.
El Arzobispo de Kansas City y Jefe del Comité de Actividades Provida del Episcopado estadounidense, Mons. Joseph F. Naumann; y el Obispo de Rockford y Jefe del Comité de Justicia y Paz Internacional, Mons. David J. Malloy, rechazaron la decisión de Biden de revocar la política de Ciudad de México.
“Es lamentable que una de las primeras acciones oficiales del presidente Biden promueva la destrucción de vidas humanas en países en desarrollo”, señalaron los obispos en un comunicado publicado hoy.
“Esta orden ejecutiva es antiética para la razón, viola la dignidad humana y es incompatible con la enseñanza católica. Nosotros y nuestros hermanos obispos nos oponemos firmemente a esta acción”.
Los prelados urgieron además “al presidente para que use su cargo para el bien, priorizando a los más vulnerables, incluyendo a los niños no nacidos”.
“Como la proveedora de salud no gubernamental más grande del mundo, la Iglesia Católica está lista para trabajar con él y su administración para promover la salud global de las mujeres de manera que contribuya al desarrollo humano integral, salvaguardando los derechos humanos inherentes y la dignidad de toda vida humana, comenzando en el vientre”.
Los obispos finalmente aseguraron que “para servir a nuestros hermanos y hermanas con respeto es imperativo que ese cuidado empiece con asegurar que los no nacidos estén libres de violencia, reconociendo a cada persona como un hijo de Dios”.
“Esperamos que la nueva administración trabaje con nosotros para responder a estas importantes necesidades”, concluyeron.