La Pastoral Juvenil de Barcelona, España, dio inicio al tiempo de cuaresma con una celebración litúrgica en la Basílica de Santa María del Mar, adonde llegó la reproducción de la Cruz de San Clemente, una cruz que viaja por continentes y océanos, y con la cual tuvieron lugar las primeras celebraciones eucarísticas en Venezuela y gran parte de Sudamérica.
Con el lema “Sent de Creu”, que significa “Siente la Cruz”, los jóvenes llaman a vivir este tiempo cuaresmal en oración y conversión; esta iniciativa se celebra desde hace cinco años en la Arquidiócesis, acompañada de una cruz especial venida de algún lugar del mundo donde la iglesia es perseguida o sus fieles estén vulnerables. Este año, las oraciones y donativos acopiados por el Secretariado de Pastoral Juvenil arquidiocesano irán dirigidos al pueblo venezolano, que atraviesa una fuerte crisis política, económica y social.
La celebración estuvo presidida por el cardenal Mons. Baltazar Porras, arzobispo de la Arquidiócesis de Mérida, Venezuela, junto al obispo de Barcelona, Mons. Juan José Omella, quienes oficiaron ante cientos de jóvenes españoles, mientras desde Venezuela otros seguían la eucaristía por las redes sociales.
Mons. Porras en su homilía resaltó los desafíos y retos que se viven en Venezuela, con “esperanza para construir nuevos caminos, con sacrificio, aunque se pueden vivir situaciones extremas que amargan el corazón”, y recordó que es con “el don de la paciencia que se puede sentir el valor del perdón y la misericordia”.
La Cruz de San Clemente se encuentra en la iglesia de Santa Ana de Coro, estado Falcón, conservada allí desde el primer obispado fundado en América del Sur, en 1531, y fue construida con madera de Cují, y usada como símbolo de la evangelización en este continente tras la evangelización del indio Manaure, líder del pueblo caquetío, en 1527.