IV Parte: estudiante universitario
Habiendo terminado satisfactoriamente sus estudios universitarios ingresa inmediatamente a la Escuela de Medicina de la Universidad Central, donde, desde su llegada se fue destacando no solo por su talento y aplicación en las asignaturas sino también por su conducta ejemplar.
Durante sus años como estudiante universitario tuvo la oportunidad de acceder a la biblioteca del Dr. Aníbal Dominici, Rector de la universidad, abundante en obras de medicina y sobre todo de las obras más recientes y completas editadas en Francia sobre todas las materias: Anatomía, Fisiología, Patología, Terapéutica y otras. Fue así como el próximo Beato venezolano adquirió los conocimientos más actualizados en la medicina de la época, que no eran impartidos en la facultad.
Posteriormente, el 19 de junio de 1888, el Bachiller José Gregorio Hernández optó al grado de Bachiller en Ciencias Médicas, teniendo un óptimo resultado en la presentación de su prueba. Cumplido este requisito, diez días después, presentó el examen para optar al grado de Doctor en Ciencias Médicas, el cual ha sido reseñado como un hecho memorable por la claridad del expositor y el dominio que poseía de los temas, lo cual lo hizo merecedor de la calificación de “sobresaliente por unanimidad” por parte del Jurado. El joven trujillano era admirado por su sabiduría, inteligencia y cordialidad, brillaba en mente y en testimonio.
Fue entonces el 29 de junio de 1888, cuando el Rector de la Universidad Central de Venezuela, Dr. Aníbal Dominici, le otorgó el título de Médico y le dijo estas palabras promisorias: “Venezuela y la Medicina esperan mucho del Dr. José Gregorio Hernández”. Palabras que, sin quizás tener conciencia de lo importante que sería el Dr. Hernández para Venezuela, adquieren un rico significado, pues la Medicina, Venezuela y la Iglesia ha encontrado en el Médico de los pobres aquel anhelo de quien fuera su rector, grandeza en el servicio.
La academia, en José Gregorio Hernández, adquiere un vivo testimonio de la importancia del saber para servir, del crecer para entregar, del conocer para enseñar.
Carlos Peña / Diario Católico