Dieciocho órdenes religiosas en Camagüey enviaron una carta a las autoridades de esta provincia cubana para pedirles que solucionen la grave crisis económica, pero también para denunciar la falta de libertad de expresión, violentada con el uso coercitivo de la policía, de “grupos de choque” y la denigración en los medios de comunicación.
En Cuba hay “falta de confianza y libertad para expresarse”, pues en la gran mayoría del pueblo “existe miedo a la exclusión”, indicó la carta de la Conferencia Cubana de Religiosos de Camagüey (CONCUR Camagüey), entregada a las autoridades en un encuentro que sostuvieron el jueves 29 de abril.
“Tanto el miedo como la falta de confianza y libertad no son infundados, pues todos hemos sido testigos de la manera en que, a través de los medios de comunicación oficiales, se condena diversas iniciativas pacíficas y se denigra a personas y grupos”, indicaron.
“También se ha utilizado la fuerza policial y de grupos de choque de manera coercitiva, violentando el disfrute de la libertad e incumpliendo con el artículo 54 de la Constitución que dice: ‘El Estado reconoce, respeta y garantiza a las personas la libertad de pensamiento, conciencia y expresión’”.
La carta está firmada por las Carmelitas Misioneras, la Compañía de Jesús, la Compañía de Santa Teresa de Jesús, la Comunidad Intercongregacional Mercedaria, la Congregación de la Madre de Dios de la Misericordia, la Congregación Hijas de San Camilo, entre otras órdenes religiosas.
En la misiva, los religiosos de Camagüey dijeron a las autoridades que “sentimos que el pueblo no aguanta más, es una situación insostenible”, debido a la subida de precios de los productos básicos que hacen que los salarios no alcancen.
Los religiosos, que indicaron que su labor pastoral con la gente los “hace testigos de sus dolores y necesidades”, señalaron que los salarios insuficientes y el alza de precios hace difícil a la población comprar “los productos alimenticios y de aseo necesarios para una vida digna porque”.
“El alza de los precios en las tiendas del Estado, en los particulares y en el mercado negro está por encima del poder adquisitivo de trabajadores y jubilados con salario o pensión entre medio y mínimo. Algunos aseguran que con el salario anterior lograban comprar más que en la actualidad”, indicaron.
En su informe la sobre libertad religiosa en el mundo, presentado el 20 de abril, la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada indicó que el PIB per cápita en la isla es menos de 19 dólares. El periodo de estudio abarca del 15 de junio de 2018 al 15 de noviembre de 2020.
Asimismo, el 1 de enero de 2021 el gobierno cubano puso fin al sistema de dos monedas que regía desde 1994, unificando el peso convertible (CUC) que era equivalente a un dólar, con el peso cubano (CUP) con el que paga los salarios. Desde entonces los cubanos tienen seis meses para cambiar los CUC que quedan en sus manos.
La reforma económica también consistió en el aumento del sueldo mínimo de 400 a 2.100 pesos (según el tipo de cambio oficial equivalía pasar de 18 a 80 dólares), el aumento de los precios de productos y servicios y un retiro paulatino de los subsidios. Las autoridades calcularon entonces una inflación de 160%.
Aunque el gobierno estableció entonces un tipo de cambio de 24 dólares por peso, la prensa internacional informó que para finales de abril en el mercado negro el dólar aumentó su valor hasta equivaler 53 pesos cubanos.
En su carta, los religiosos de Camagüey indicaron que los cubanos “que ganan en CUP y no tienen familia en el extranjero se ven imposibilitados a adquirir los productos que requieren para cubrir sus necesidades básicas”.
Además, hay escasez de medicinas incluso para enfermedades comunes. “Las colas en las farmacias y en los puntos emergentes que se han procurado son interminables”, señalaron.
Asimismo, los precios de los servicios públicos “se han elevado dos, tres, cuatro, cinco, diez y más veces; privando a muchos de la posibilidad de tener el servicio o reducir gastos en otros ámbitos básicos de la vida familiar, dígase alimentación, aseo, ropa, calzado, etc.”
La carta a las autoridades también relata que “muchos ancianos no acceden al almuerzo y comida durante el mes completo, como antes, porque, lastimosamente, la pensión [de jubilación] no les alcanza, quedando en una situación alimentaria más precaria. En ocasiones, la calidad no es digna para un ser humano”.
A inicios de año se aumentó la pensión mínima de 242 pesos a 1.528 pesos, y la máxima en 1.733 pesos cubanos.
En su carta, los religiosos también señalaron que muchas familias viven hacinadas y que los cubanos que tienen su trabajo por cuenta propia, llamados “cuentapropistas”, “viven muchas dificultades para servir a la comunidad con la producción y comercialización de sus productos y servicios, y tener su justo retorno. Les es difícil conseguir los insumos necesarios, por la escasez y por los elevados precios”.
“No se percibe aun la liberación de las fuerzas productivas anunciada, en cambio se aprecian muchas trabas que no les permite crecer como cuentapropistas o como cooperativistas, especialmente quienes trabajan con productos agrícolas”, indicaron.
Ante esto, los religiosos pidieron a las autoridades abastecer las tiendas y asegurar que los precios “estén por debajo del salario mínimo y pensión mínima”, como se anunció. Asimismo, “hacer efectiva y real la liberación de las fuerzas productivas del país, tanto estatales como no estatales”, y dar facilidades a los cubanos que quieran “tener una actividad económica”.
También pidieron a las autoridades hacer “las gestiones pertinentes” para que no falten medicinas y equipos médicos, incluso aceptando “las ayudas humanitarias liberando contenedores parados en aduana y recibiendo otros que puedan arribar al país”.
“Algunos de estos puntos están dentro de la tarea del ordenamiento monetario, pero en los meses que lo hemos vivido no se han hecho realidad, por eso creemos que es necesario asegurar que exista coherencia entre lo que se dice y se hace, entre los planteamientos y las acciones reales”, expresaron.
La CONCUR Camagüey dijo que “con voluntad política, diálogo y participación de todos los sectores de la sociedad, es posible ir construyendo una Cuba con más posibilidades de ofrecer a sus hijos e hijas una vida más digna y próspera”.
“Nosotros como religiosos y religiosas estamos aquí para acompañar a nuestro pueblo en sus dolores y esperanzas, para ser portadores de su voz que nos han confiado en la relación cotidiana, y para colaborar en el alivio de sus sufrimientos desde la fe y el compromiso social”.
Por ello, concluyó la carta, “agradecemos la atención a la presente y confiamos que ustedes como autoridades de esta provincia y de este país, hagan su mejor esfuerzo para re-direccionar el camino que está causando tanto dolor y asfixia en la población”. (ACI)