La pandemia no ha impedido que los fieles, en su mayoría portugueses, colmaran el santuario luso de Fátima, que este jueves 13 de mayo concluye su tradicional peregrinación anual de dos días con un aforo limitado a siete mil 500 personas en cumplimiento del protocolo de seguridad anticovid.
El aforo máximo se alcanzó durante la pasada noche, cuando los peregrinos se concentraron en la gigantesca explanada del santuario para sumarse a la conmemoración del aniversario de los hechos de Cova da Iria, donde, según la tradición católica, unos niños dijeron haber visto una imagen de la Virgen.
En la ceremonia nocturna, el cardenal portugués José Tolentino Mendonça pidió que la pandemia «no se convierta en una crisis de esperanza».
Para minimizar los riesgos de contagio, la entrada al recinto sólo es posible a través de ocho puertas señalizadas, con dispensadores de gel hidroalcohólico y la explanada está dividida en círculos a los que solo pueden acceder miembros del mismo núcleo familiar.
Fuentes del santuario informaron este jueves a Efe que, salvo un grupo de peregrinos llegados de Austria, el resto de fieles proceden de Portugal.
Pese a que la frontera terrestre entre España y Portugal abrió el pasado 1 de mayo, este año no hay una presencia masiva de fieles españoles, que eran una constante en Fátima antes de 2019.
Además, muchos peregrinos portugueses decidieron adelantar su visita a Fátima «por miedo a la Covid-19», como apunta a Efe Baltazar François, que llegó el martes al santuario junto a un grupo de fieles procedentes de la comarca lusa de Sabugal, en la frontera con la española Salamanca.
El año pasado, la Covid-19 obligó a suspender las peregrinaciones que, tradicionalmente reúnen entre los días 12 y 13 de mayo a más de medio millón de devotos.