En un comunicado el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), la Confederación Latinoamericana y Carbibeña de Religiosas y Religosos (CLAR), el Secretariado Latinoamericano y Caribeño de Cáritas (SELACC), la Confederación Interamericana de Educación Católica (CIEC) y la Red Eclesial Latinoamericana y Caribeña de Migración, Desplazamiento, Refugio y Trata de Personas (CLAMOR), “con profundo dolor se unen para acompañar y apoyar a Haití en esta hora de incertidumbre y dolor”.
La Iglesia latinoamericana y caribeña acompaña y está cercana y solidaria con el pueblo haitiano y con la Iglesia que peregrina en el país, se lee en la nota, sobre todo ante “las posibles pérdidas humanas y los daños materiales ocasionados por la tragedia. En particular manifestamos nuestro afecto y comunión con el Pueblo de Dios a través de nuestros hermanos obispos, religiosas y religiosos, sacerdotes, laicos y laicas, que como Iglesia samaritana y en salida misionera son testigos de la misericordia de Dios, especialmente entre los más necesitados y vulnerables”, se lee en el texto.
La Iglesia del continente, está cercana al pueblo haitiano en “esta hora de incertidumbre y aflicción”, y recuerdan en la nota, la carta encíclica Fratelli Tutti de Francisco: “en estos momentos donde todo parece diluirse y perder consistencia, nos hace bien apelar a la solidez que surge de sabernos responsables de la fragilidad de los demás buscando un destino común”. En este sentido, bien sabemos que “la solidaridad se expresa concretamente en el servicio, que puede asumir formas muy diversas de hacerse cargo de los demás” (FT 115).
Acciones pastorales conjuntas por Haití
En la nota, los obispos y religiosos han expresado su solidaria concreta con Haití, uniendo sus esfuerzos “para acompañarles y ayudarles”:
“Haciendo nuestra su situación en este momento de emergencia, con el propósito de desarrollar acciones pastorales conjuntas encaminadas a la reconstrucción del tejido social, a la puesta en marcha de acciones humanitarias para el cuidado de la vida, y a apoyar la misión evangelizadora de la Iglesia haitiana”.
La Iglesia latinoamericana hace un llamamiento a las naciones del continente y a otras instituciones y organismos a nivel mundial, para que se sumen a esta causa por Haití. Hacen el llamado a la comunidad internacional recordando la carta encíclica Fratelli tutti: “la verdadera calidad de los distintos países del mundo se mide por esta capacidad de pensar no sólo como país, sino también como familia humana, y esto se prueba especialmente en las épocas críticas” (FT 141).
Finalmente, invocando la intercesión de la Virgen de Guadalupe, Patrona del continente americano, los firmantes del mensaje piden al Señor que sostenga a la isla haitiana «en la fe, la esperanza y la caridad». «¡Estamos con vosotros, todos somos Haití!», concluye la nota conjunta.
Espacio de oración
La CLAR en su congreso, que se está llevando a cabo desde Colombia, se ha solidarizado con los hermanos haitianos y con la Iglesia en este país sobre todo cuando los primeros reportes de las autoridades apuntan a un «gran número de damnificados, víctimas fatales y grandes daños». la CLAR dedicó el espacio de oración y un minuto de silencio por quienes han perdido la vida, se lee en una nota de Vida Nueva.
“Nuestras hermanas de las Dominicas de la Presentación ayer estaban conectadas a nuestro congreso, hoy deben estar acompañando a muchos hermanos sufrientes en este país”, ha dicho Daniela Cannavina, secretaria general de la CLAR.
Además han extendido su solidaridad a todo el Caribe que han sido afectados: República Dominicana, Cuba, Puerto Rico y Antillas.
Haití sacudido una vez más
Según el reporte del servicio geológico el seísmo fue de una magnitud de 7,2 en la escala de Richter y se registró en aguas cercanas a Haití con epicentro a unos 12 kilómetros al noreste de Saint-Louis du Sud. También hay una alarma de Tsunami. El país se vio afectado ayer por dos fuertes terremotos, de 7,2 y 6,6 de magnitud respectivamente. De momento, el balance es de más de 300 muertos y unos 2.000 heridos, pero las cifras crecen por momentos.
Además de seguir pagando el precio del devastador terremoto que asoló el territorio en 2010, la vida del pueblo haitiano está marcada desde hace tiempo por la violencia, la impunidad, la corrupción policial y la pobreza extrema. Un yugo muy pesado al que se ha sumado recientemente la pandemia de Covid-19, con más de 20.000 casos de infección y más de 570 muertes hasta la fecha, así como el asesinato del presidente Jovenel Moise, que fue asesinado en la noche del 6 al 7 de julio por un grupo de hombres armados que irrumpieron en su casa. Expresando, por tanto, «el afecto y la comunión con el pueblo de Dios haitiano», la Iglesia latinoamericana destaca, en particular, el compromiso de los misioneros sobre el terreno en favor de los «más necesitados y vulnerables» que «viven una dura realidad en esta hora de incertidumbre y aflicción».