Algunas personas expresan dudas sobre recibir la vacuna contra COVID-19. Hay una variedad de razones incluida la información incompleta o incorrecta sobre las vacunas en sí y la falta de confianza en la seguridad de las vacunas.
Basado en la triste historia de la relación entre los afroamericanos y la industria del cuidado de la salud, por ejemplo, muchos en comunidades minoritarias simplemente no confían en que las vacunas que reciben los ayudarán. Otros creen que su rápido desarrollo y pruebas, que normalmente habrían llevado varios años, significa que se han omitido pasos importantes.
Dada la cantidad de información errónea que existe, especialmente en las redes sociales, debemos tratar de asegurarnos de que la orientación que recibimos sobre si vacunarnos o no sea correcta y esté actualizada.
En cuanto a cuestiones de confianza, los departamentos de salud pública deben ser transparentes sobre lo que se sabe y lo que no se sabe sobre las vacunas. Existe una fuerte evidencia de que la rapidez con la que se comercializan las vacunas no ha afectado la seguridad ni la eficacia a corto plazo. Sigue habiendo preguntas sobre las consecuencias a largo plazo simplemente porque no ha habido tiempo suficiente para recopilar esos datos.
Algunas personas cuestionan la moralidad de usar estas vacunas contra COVID-19 porque se usaron líneas de células madre que se originaron a partir de fetos abortados hace décadas, ya sea en pruebas o posiblemente en el desarrollo de éstas. Aunque la tradición católica establece claramente que el aborto es moralmente incorrecto, también entiende que puede haber una distancia moralmente significativa entre el acto original del aborto hace décadas y el acto de recibir una vacuna para la cual estas líneas de células madre se usaron de una forma u otra.
Debido a esta distancia moralmente significativa y al peligro inminente que representa la pandemia de COVID-19, tanto la Conferencia de los Obispos Católicos de los Estados Unidos, como el Papa Francisco, están de acuerdo en que es moralmente aceptable usar vacunas contra COVID-19, afirmando que bajo las circunstancias actuales todas las vacunas reconocidas como clínicamente seguras y eficaces pueden ser utilizadas por los católicos con la conciencia tranquila. En una nota emitida el 17 de diciembre de 2020, la Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano dice que la vacunación en sí misma no es una obligación moral; “debe ser voluntaria”; sin embargo, “el bien común puede recomendar la vacunación, especialmente para proteger al más débil y más expuesto.”
Como regla general, las personas deben vacunarse. Las vacunas luchan contra las infecciones y ayudan a mantener a las personas sanas. Esto es especialmente cierto con respecto a las vacunas que ayudan a prevenir enfermedades infecciosas, cuando recibir una vacuna no solo protege su propia salud sino también la de los demás.
Puede haber razones de salud particulares por las que no se debe vacunar a un individuo específico. Si en plena conciencia cree que no debe vacunarse, su obligación moral no ha terminado. Aún debe tomar en serio su responsabilidad con los demás. En el caso de COVID-19, acciones como usar mascarillas y mantener la distancia social son ejemplos de lo que seguimos debiendo a los demás. Como dice el Papa Juan Pablo II en Sollicitudo Rei Socialis (Sobre Las Preocupaciones Sociales), “Todos somos realmente responsables de todos.”
Thomas Nairn, O.F.M.