Fe creída, Fe vivida
«El PRINCIPIO DE ENCARNACIÓN formulado por san Irineo: lo que no es asumido no es redimido» (Puebla 400) será la brújula de este camino a recorrer con EN y Puebla, donde encontraremos ideas que nos ayuden a comprender la realidad sociopolítica Latinoamericana, dónde la Iglesia siguiendo el proceso iniciado en Medellín, buscó ofrecer luces para orientar un momento histórico circunstancial que necesitaba una liberación integral. La visión totalizante de la cultura se hará evidente en EN y en Puebla.
En Medellín, se ofrecía algunas opciones por el hombre sin antropocentrismos, por nuestros pueblos sin nacionalismos, por los pobres sin populismos, por la liberación integral sin liberacionismos alimentados por ideologías de turno. Puebla continuará esta idea, con dos categorías importantes: COMUNIÓN Y PARTICIPACIÓN.
Estas categorías las veremos reflejadas en su CONCEPCIÓN DE COMUNIDAD, referida al calor humano que se rodea de participación de un pueblo en su relación social a nivel MICRO, que busca objetivos comunes por el bien de todos. Pero, la comunidad, necesita estar incrustada en una sociedad, que haga referencia a algo más MACRO y exterior que lo cubra todo. Podríamos decir, que el cuerpo es la sociedad y el alma la comunidad. Este dualismo es fruto conciliar y Puebla le llamará pueblo de Dios, fieles y jerarquía que en comunidad forman la Iglesia, que forma parte de la sociedad.
En este sentido, EN coloca al centro LA EVANGELIZACIÓN DE ESA SOCIEDAD DESDE LA CULTURA, entendiendo por cultura la totalidad de la acción y productos históricos. La cultura forma parte de la persona, ya que civilizar es humanizar – notándose la presencia de la teología del pueblo –. EN vino a confirmar pasos y líneas a seguir, tomando a la Iglesia como pueblo de Dios, inmersa en una cultura determinada y en esa cultura se desarrolla la acción política.
¿COMO PUEBLA BUSCA ENCARNAR EVANGELII NUNTIANDI EN AMÉRICA LATINA? La respuesta es que lo hará mediante un proceso evangelizador de la sociedad. Les explico con más detenimiento.
La Iglesia atraviesa el cuerpo social latinoamericano en todas sus clases. En su encarnación histórica ha participado del BLOQUE HISTÓRICO de las fuerzas que han constituido los grupos homogéneos de la sociedad. De 1492-1808, el primer pacto colonial con el RÉGIMEN DE CRISTIANDAD; de 1808-1960 un segundo pacto en RÉGIMEN DE UNA NUEVA CRISTIANDAD LATINOAMERICANA, aquí la Iglesia define su presencia y actuación dentro de la sociedad civil, mediante una asociación con el Estado y estructuras sociales, vemos una Iglesia activa en la dirección de la historia junto con las clases dirigentes, que de cara al pueblo tiene una presencia asistencialista y paternalista, ya que no hay una relación directa, sino indirecta por su relación con las clases dirigentes; de 1960-1978 aparece una CRISIS DEL RÉGIMEN DE NUEVA CRISTIANDAD, consecuencia de la reactivación de las clases populares que van ganando autonomía frente a la burguesía nacional, esto ayudaría a romper la relación Iglesia-Estado.
En este contexto, se da la NUEVA COMPRENSIÓN DE LA IGLESIA DESPUÉS DEL CVII, con el subrayado de una nueva presencia de la fe en el mundo. La Iglesia busca con Puebla, acercarse a las clases populares, haciendo suyos los anhelos de liberación, justicia y derechos humanos, en especial en los pobres. Inaugurando un nuevo modo de relación entre la Iglesia y la sociedad civil – hoy cuerpos intermedios –, sin la mediación del Estado y la clase dirigente, la Iglesia se inserta en las clases populares, buscando ser una Iglesia con el pueblo, con sabor a pueblo.
Esta novedad traerá dos consecuencias: la primera fue una TENDENCIA CONTINUADORA en la Iglesia, de la clásica relación Iglesia-Estado-Sociedad civil, donde su misión será solo religiosa y cultual, formar al cristiano y este en consecuencia será un buen ciudadano: «mi reino no es de este mundo» (Jn 18,36). La segunda es la TENDENCIA INNOVADORA presente en la EN, que sustentaba que la misión eclesial es integral, porque la liberación es integral, abarca lo eclesial y lo político: «el reino de Dios se encuentra en medio de vosotros» (Lc 17,21). La Iglesia no es solo doctrinas y ritos, es la continuación del proceso de encarnación.
Aquí aparece un desafío ¿CÓMO PUEDE LA IGLESIA EVANGELIZAR LA ACCIÓN POLÍTICA DE UN PAÍS SEGÚN LA ENSEÑANZA DE EN Y PUEBLA?
Su opción no es con los poderes establecidos, sino con los vulnerables, ayudando a transformar las bases de la sociedad, con nuevas formas de convivencia social que influyan desde la cultura, el movimiento de la Iglesia se hace del centro a la periferia, como lo recuerda Y. Congar en su obra “Verdadera y falsa reforma en la Iglesia”.
Hay que tener claro que no es cuestión de oponer prácticas éticas a prácticas culticas, es necesario articular las prioridades, la primacía la tendrá las prácticas éticas porque de ellas depende la salvación, el culto será expresión de esa conversión producida y celebración de esa fe que vive comprometida desde la caridad. Es necesario evitar todo reduccionismo como lo invita EN: reduccionismo religioso (EN 34), reduccionismo político (EN 32), es necesario relacionarlos correctamente (Cfr. EN 35) y «esforzarse por insertar siempre la lucha cristiana por la liberación en el designio global de la salvación que la Iglesia anuncia» (EN 38).
Estas dos tendencias tenían en tensión la Iglesia latinoamericana en preparación a Puebla. La tendencia CONTINUADORA buscaba el discernimiento para la rectificación de las erróneas interpretaciones hechas de Medellín, respecto a la opción preferencial por los pobres, por una liberación integral y las CEB entendidas como una Iglesia que nace del pueblo. Ella sostiene, las reformas profundas, integración de marginados dentro del sistema de desarrollo, la fe desde una función de animación para el desarrollo que propone el Estado y las clases dirigentes.
La tendencia INNOVADORA quería confirmar las opciones de Medellín y el nuevo tipo de relación que la Iglesia establecía entre la sociedad civil en alianza con las clases populares carentes de participación y libertad. En este caso se opone a la visión anterior, ya que considera que no analiza los mecanismos capitalistas que producen marginalidad y desarrollo desigual, la fe es una función social de crítica del modelo y animación de las fuerzas libertarias de los oprimidos que buscan una sociedad alternativa.
¿CÓMO SE REFLEJÓ ESTO EN EL DOCUMENTO FINAL DE PUEBLA?
Puebla optó por hablar de una LIBERACIÓN INTEGRAL, presentando a Jesús comprometido con los más vulnerables y una Iglesia orientada en su evangelización a los derechos humanos y la justicia social, esta posición de equilibrio entre estas dos tendencias, creo un ambiente sereno.
Puebla parte de una lectura estructural de la realidad social, resaltando la dimensión social y política de la fe, con la liberación como parte integrante de la fe (Cfr. Puebla 355), declarando el compromiso con los derechos humanos de forma especial con los pobres (Cfr. Puebla 1217), como un valor evangélico y de grave obligación (Cfr. Puebla 1316).
Concluimos, viendo la síntesis de las dos tendencias en el criterio de LIBERACIÓN INTEGRAL. El cual tendrá la aprobación no solo de teólogos, sino del Episcopado Latinoamericano, se convirtió en un patrimonio teológico pastoral. La fe debe ser instrumento de liberación, para una mejor comunión y participación en todos los niveles (Cfr. Puebla 141). Ante esta afirmación ¿CUÁLES SERÁN LOS CAMINOS A SEGUIR EN ESTA LIBERACIÓN? Responderá Jesús con sus prácticas liberadoras al instaurar el reino de Dios. EN numeral 15 «La Iglesia nace de la acción evangelizadora de Jesús y de los Doce […] La Iglesia es depositaria de la Buena Nueva que debe ser anunciada. […] enviada y evangelizada». Presenta una propuesta práctica que dará respuesta a esta interrogante, ya que Puebla lo hará en un plano más doctrinal.
Puebla se acercará desde cuatro niveles. Uno INTUITIVO al ver la brecha contradictoria y escandalosa entre ricos y pobres (Cfr. Puebla 28-29, 87), uno ANALÍTICO que arroja que la pobreza es la causa de situaciones y estructuras económicas, sociales y políticas (Cfr. Puebla 30), un nivel ÉTICO que denuncia un nivel de injusticia (Cfr. Puebla 90, 509, 562) y un nivel TEOLÓGICO que discierne una situación de pecado social (Cfr. Puebla 28, 487).
Esta realidad así presentada busca una acción efectiva ¿Cómo la fe puede ayudar en un proceso social que genere justicia, participación y comunión entre los hombres desde la acción política?
Pbro. Jhonny Alberto Zambrano Montoya