La cercanía de la Iglesia, así como la atención y preocupación del Santo Padre por aquellas situaciones y realidades que frente a los hombres son consideradas periféricas pero que a los ojos de Dios y de la Iglesia son las más privilegiadas y queridas
La mañana del lunes, 10 de enero de 2022, en la plaza Lino Clemente, donde se encuentra la iglesia Nuestra Señora del Rosario, ubicada en La California, Caracas, se llevó a cabo la erección canónica de la Diócesis de Petare y tomó posesión como su I Obispo, Mons. Juan Carlos Bravo, quien fuese II Obispo de la Diócesis de Acarigua-Araure.
En la celebración estuvieron presentes Mons. Jesús González de Zárate, Arzobispo de Cumaná y Presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana; Mons. Ulises Gutiérrez, Arzobispo de Ciudad Bolívar y Segundo Vicepresidente de la CEV; Mons. Raúl Biord, Obispo de La Guaira y Secretario General de la CEV; el Cardenal Baltazar Porras, Arzobispo de Mérida y Administrador Apostólico de Caracas; Mons. Ignazio Ceffalia, Encargado de Negocios de la Nunciatura y algunos Arzobispos y Obispos de Venezuela.
El Cardenal Baltazar Porras dirigió palabras de bienvenida en las que expresó que la nueva Diócesis de Petare “no nace de la nada”, sino que tiene un recorrido misionero “que está a la vista”. Añadió que el Papa Francisco, ha designado a Mons. Juan Carlos Bravo como Obispo fundador, quien compartirá “la experiencia de fe y entrega” que posee de su diócesis de origen, Ciudad Guayana, y la Diócesis de Acarigua-Araure, de la que fue titular hasta su nuevo nombramiento. Agregó que se trata de “un obispo cercano y afable” que “viene con la ilusión de hacerse uno más”.
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Posteriormente, el Encargado de Negocios de la Nunciatura, se dirigió a los presentes y a los que seguían la transmisión por las redes sociales y emisoras locales, palabras en nombre del Papa Francisco. Destacó que la elección de Petare “puede considerarse como profética, valiente y conforme a la línea pastoral del Papa Francisco”, en la que es perceptible “la cercanía de la Iglesia, así como la atención y preocupación del Santo Padre por aquellas situaciones y realidades que frente a los hombres son consideradas periféricas pero que a los ojos de Dios y de la Iglesia son las más privilegiadas y queridas”.