El mundo experimenta un conflicto bélico, que sin lugar a duda tiene sus repercusiones en cada uno de los ámbitos de la sociedad.
Leonardo Vivas
La locura de la guerra entre Rusia y Ucrania ha generado una profunda tristeza en el mundo que conmocionado ante tal situación, solo clama la paz. Es paradójico que finalizando una pandemia que ha cobrado la vida de un millar de personas, ahora se sume la guerra. Pensar en los acontecimientos mundiales nos debe llevar a realizar una profunda lectura de los signos de los tiempos, desde la conciencia cristiana. Frente a los atentados contra la paz, la dignidad humana, el bien común, la fraternidad universal y el progreso de los pueblos ¿qué análisis realiza un cristiano? ¿Qué impacto tiene en la Iglesia la locura de la guerra? ¿Cuál es la acción de Dios en este conflicto?
Lejos de otorgar respuestas apresuradas es oportuno practicar el discernimiento evangélico, para responder con sabiduría tales preguntas. A lo largo de la historia el mundo ha experimentado rupturas, revoluciones, guerras, atentados y conflictos armados que siempre han puesto en evidencia la insensatez del hombre y sus egoísmos, ante tales situaciones, con toda razón puede cantar el salmista ¿Señor que es el hombre para que te acuerdes de él? (cfr. Salmo 8) Sin embargo, Dios que respeta la libertad permanece siempre en cada acontecimiento acordándose del hombre para brindarle la redención.
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Las lecciones de la historia
Las relaciones del hombre con Dios son constitutivamente históricas y aun cuando Dios pretenda siempre el bien y la felicidad de los seres humanos, el hombre ha sido colmado de una amplia libertad. Desde tiempos inmemorables la dinámica relación del hombre con Dios pone de manifiesto su intención de trastornar el plan de Dios, determinado por la paz, el amor y la justicia, a causa del pecado. Si bien, toda guerra tiene su final, parece que los seres humanos no aprenden las lecciones de la historia, podemos pensar aquí en los estragos de la primera y segunda guerra mundial (1914-1942) o la guerra fría (1947-1989) acontecimientos que dejaron profundas heridas en la humanidad y se siguen repitiendo en pleno siglo XXI. Respondamos algunas interrogantes que puedan generar una matriz de opinión más amplia.
¿Ante la locura de la guerra qué análisis realiza un cristiano?
Un cristiano está llamado a ser un testigo de la Resurrección. Y es que precisamente la Resurrección es un acontecimiento de liberación del pecado, de vencimiento de la muerte y por ende de la oscuridad del mal representada hoy en la guerra. Todo cristiano está llamado a ser partícipe de la paz de Cristo y de su reino que viene a instaurar la justicia en el mundo para hacer de los hombres creaturas nuevas. Ante la locura de la guerra, un cristiano debe realizar un discernimiento evangélico, desde la palabra y la enseñanza magisterial de la Iglesia que le lleve a convertirse en un promotor de la paz, para no ser indiferente ante los acontecimientos del mundo y los signos de los tiempos, pues todo cristiano debe conmoverse e interpelarse desde la palabra por lo que ocurre a su alrededor.
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¿Qué impacto tiene la locura de la guerra en la Iglesia?
Aun cuando la barca de Pedro sea estremecida por escándalos, conflictos y problemas propios del carácter terrenal, la Iglesia sigue siendo una autoridad moral en el mundo y signo de mediación y fraternidad entre los pueblos. Ante los estragos de la guerra la Iglesia siempre ha mostrado su profundo rechazo y dolor, muestra de ello los sentidos mensajes de los papas, sus intervenciones en los conflictos sociales y sus acciones para buscar la dignidad de la persona humana y la promoción de la paz.
El impacto de la guerra se refleja en la exaltación de su papel mediador y reconciliador pero sobre todo en su cercanía. Aquí es admirable revisar el papel de la Iglesia en las guerras y conflictos mundiales, siempre al lado de los débiles, brindando apoyo espiritual en los templos, que se convierten en refugios espirituales y corporales para los hombres y mujeres sin importar raza y condición social. La Iglesia que sobrevive por gracia de Dios a las guerras y catástrofes, desde las trincheras hace renacer el mensaje evangélico de Jesucristo que busca la unidad de los pueblos.
De tal modo, que el impacto de la guerra en la Iglesia aun cuando es triste no deja de ser esperanzador ya que muestra el rostro más hermoso de la Iglesia, el de la misericordia, el de la cercanía, el de la mediación y el de su permanencia al lado de los indefensos, en la acción de los nuncios, obispos, religiosas, sacerdotes y laicos.
Hoy no se trata solo de la guerra en Ucrania sino también de las guerras de Siria, Yemen, Etiopia, los conflictos armados de América Latina, el avance del comunismo y las políticas del estado comunal. La Iglesia permanece en medio de estos conflictos para iluminar y transformar la sociedad según el evangelio de Jesucristo.
¿Cuál es la acción de Dios en este conflicto bélico de Rusia y Ucrania?
Esta pregunta es digna de una reflexión más amplia, sin embargo no puede dejar de ser respondida ya que Dios, hoy más que nunca actúa en medio del conflicto. Y es que aunque el panorama es desolador y pueda parecer que la presencia de Dios no está, la acción de su espíritu se manifiesta en las muestras de fraternidad de quienes sufren el flagelo de la guerra. La acción del espíritu se manifiesta en los refugios subterráneos cuando se silencian los bombardeos y cuando de momento hay un alto al fuego.
No cabe que la acción de Dios se manifiesta en las numerosas muestras de solidaridad de hombres y mujeres que reciben a los refugiados, así como de tantos sacerdotes y religiosas que combaten desde las trincheras socorriendo al pueblo, desde la oración y la acción social. Dios permanece allí en los gestos de solidaridad. Vale la pena aquí leer la entrevista realizada al nuncio apostólico de Ucrania quien ve la acción de Dios en medio de la fraternidad manifestada entre musulmanes y cristianos de Kiev, ante los bombardeos. Según el arzobispo Visvaldas Kulbokas “la guerra nos está dando la visión de seres humanos que se han convertido en hermanos”