El 6 de julio de 2022, Monseñor Gabriele Giordano Caccia, Observador Permanente de la Santa Sede ante la ONU, entregó al Secretario General de las Naciones Unidas el documento por el que la Santa Sede, en nombre y representación del Estado de la Ciudad del Vaticano, se adhiere a la Convención Marco de la ONU sobre el cambio climático.
Así lo anuncia un comunicado de la Oficina de Prensa Vaticana, publicado este viernes 8 de julio, precisando que tan pronto como sea posible, de acuerdo con los requisitos legales del Acuerdo de París, la Santa Sede, en nombre y representación del Estado de la Ciudad del Vaticano, tiene también la intención de entregar el documento de adhesión a este último.
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Una contribución a la respuesta al cambio climático
El objetivo del documento de adhesión ya depositado y del posterior -a cada uno de los cuales, especifica el texto, se adjunta una Declaración- es contribuir por parte de la Santa Sede «y dar su apoyo moral a los esfuerzos de todos los Estados para cooperar, de acuerdo con sus responsabilidades comunes pero diferenciadas y sus respectivas capacidades, en una respuesta eficaz y adecuada a los desafíos que el cambio climático plantea a nuestra humanidad y a nuestra casa común».
Recogiendo las palabras del Papa Francisco en su videomensaje para la Cumbre de Alto Nivel sobre los retos climáticos del 12 de diciembre de 2020, el comunicado recuerda que el cambio climático no solo afecta al medio ambiente, sino que tiene repercusiones éticas, socioeconómicas y políticas que exigen la responsabilidad de promover una «cultura del cuidado» que se dirija en particular a los más frágiles.
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Solidaridad y responsabilidad para un nuevo modelo de desarrollo
La Santa Sede renueva la invitación de Francisco en Laudato si’ a compartir este compromiso abriéndose al diálogo «sobre cómo estamos construyendo el futuro del planeta». Y espera que, como se afirma en el mensaje del Papa a la COP-26 de la CMNUCC, la Convención y el Acuerdo de París puedan contribuir a promover «una fuerte convergencia de todos» en el deseo de iniciar un cambio de rumbo desde la «cultura del descarte» hacia la realización de «un modelo de desarrollo más integral e integrador, basado en la solidaridad y la responsabilidad». «Son dos valores, concluye el texto, que deben sustentar la aplicación tanto de la Convención como del Acuerdo de París y que guiarán los esfuerzos de la Santa Sede en este proceso de aplicación».