En esta oportunidad desde Fe Creída, Fe Vivida quiero escribir a mi amada Iglesia Local de San Cristóbal que celebra su primer Centenario. Lo primero que pienso es cuanto la ama Jesucristo que se entregó por ella y quiere que todos sus fieles se salven y tengan vida en abundancia.
Recuerdo lo que ha dicho JESÚS: «He aquí que yo estoy con Ustedes todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28, 20). Esta certeza nos debe acompañar, para sacar un renovado impulso de la vida cristiana y así ser fuerza inspiradora en nuestro camino en este tiempo del Centenario que nos ha tocado vivir.
Si en nosotros la presencia viva del Resucitado constituye nuestra vida y felicidad, es lógico que nos preguntemos: «¿QUÉ HEMOS DE HACER, HERMANOS»? (Hch 2,37). Esta pregunta se la hicieron a Pedro y a los demás Apóstoles los que escucharon el discurso del que Jesús puso al frente de los Doce, después de la llegada del Espíritu Santo en Pentecostés, hoy podemos hacérnosla también nosotros. Buscando dar una respuesta propongo tres prioridades dentro del abanico que puede existir en este momento.
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La primera acción pastoral tiene que ver con el CUIDADO Y FORMACIÓN DESDE LA ORACIÓN DEL PUEBLO DE DIOS QUE DEBE EVANGELIZAR
La Iglesia está, como dice san Agustín, «entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios». Nosotros sólo podemos observar el aspecto más externo de lo que va sucediendo, la acción de la gracia solo la podemos valorar desde el silencio y la adoración al Señor cantando y contemplando su acción misteriosa.
Es necesario vivir con más intensidad la vida según el Espíritu. Somos mediocres, si no damos prioridad a la oración personal y comunitaria, en definitiva, a la primacía de la gracia. Nos influye todavía demasiado un pelagianismo moderno y un activismo que nos agota.
No hay que tener miedo a orar y a enseñar a orar a nuestras comunidades cristianas. Sin oración seríamos “cristianos con riesgos”, como ciertas poblaciones que, ante epidemias imprevistas, están sin defensas. No deberíamos hacer ninguna programación pastoral sin que la educación en la oración sea la prioridad. Con la oración ya ha iniciado el camino verdadero de una autentica formación para la evangelización, ya luego vendrán los escenarios, los métodos, las formas, los contenidos, los recursos y los tiempos, para que entendamos lo que creemos y creamos lo que entendemos.
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La segunda acción es RENOVAR EL ENTUSIASMO POR ANUNCIAR LA ESPERANZA DE LA FAMILIA.
Una urgencia ya de muchos años, pero que ha ido a más, es la pastoral familiar, por los motivos que todos conocemos: hay que luchar por el verdadero matrimonio y la verdadera familia. Esta Iglesia Local de San Cristóbal esta dotada de un instrumento valioso, el Secretariado de Pastoral Familiar. Las familias tachirenses deben ofrecer un ejemplo convincente de que se puede vivir un matrimonio de manera plenamente conforme al proyecto de Dios y a las verdaderas exigencias de la persona humana.
Hemos de proseguir con nuestro empeño pastoral, en las 93 parroquias y siete vicarias pastorales, de hacer de la familia cristiana la Iglesia doméstica, capaz de transmitir la fe a sus hijos por medio de la catequesis familiar y de ese esfuerzo por que familia, parroquia y escuela se ayuden y se fecunden mutuamente.
La tercera acción pastoral tiene que ver con EL MISTERIO DE LA COMUNIÓN ENTRE LOS QUE FORMAMOS LA IGLESIA LOCAL DE SAN CRISTOBAL. La espiritualidad de comunión es el talante que debe fundamentar esta Iglesia Centenaria. Muy importante es que sea verdadera entre nosotros la diversidad y la complementariedad, que sepamos trabajar juntos, ayudándonos como personas y comunidades, manteniendo la unidad en aquello que nos permite caminar juntos para seguir haciendo camino.
Esa comunión debe aprenderse en cada hogar, en cada catequesis de educación en la fe; en las Comunidades Eclesiales de Base y en los grupos de apostolado de nuestras parroquias, en nuestro presbiterio. Ahí está la obligación y la necesidad de constituir y mantener los Consejos de Pastoral Parroquial como espacios de comunión que permita erradicar personalismos, sean de los presbíteros, de los religiosos o de los fieles laicos. Lo importante es que nos unamos al Proyecto de Jesús: Establecer el Reino de Dios en su Pueblo. Que este Centenario sea una oportunidad para seguir renovándonos en espíritu y verdad desde la ORACIÓN, LA FAMILIA Y LA COMUNIÓN.
Pbro. Jhonny Alberto Zambrano Montoya