Este 17 de octubre, se conmemora al Obispo Ignacio de Antioquia, quien afirmó que “donde está Jesucristo allí está la Iglesia Católica”, cuyas palabras aparecen en uno de los textos que este discípulo de los Apóstoles San Pedro y San Juan escribió mientras lo llevaban desde esa ciudad de la actual Turquía hacia Roma para concretar su martirio en el anfiteatro Flavio (el famoso Coliseo).
Antioquía (actual Turquía) era una de las grandes ciudades del Imperio romano junto con Roma y Alejandría. Su primer Obispo fue el apóstol Pedro, a quien sucedió Evodio. A su muerte, alrededor del año 69, Pablo y Juan nombraron a Ignacio al frente de la sede. Un cristiano que dejaría una gran obra y que sería el primero en llamar Iglesia Católica a la naciente Iglesia que Jesús le había pedido a Pedro que construyera.
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Ignacio, quien habría nacido alrededor del año 35, gobernó durante cuatro décadas en Antioquía hasta que el emperador Trajano, que había reanudado la persecución de los cristianos tras un período de relativa calma, ordenó su traslado a Roma para ser arrojado a los leones.
Santoral del 17 de octubre: día de San Ignacio de Antioquía. Martirio de San Ignacio de Antioquía, obra de Francisco Rizi (1614-1648).
El Obispo de Antioquía embarcó en Seleucia y en gran parte del trayecto estuvo acompañado por los diáconos Felón y Agatipo, quienes habrían escrito las actas de su martirio. Según el historiador Eusebio de Cesarea, durante el viaje, bajo la custodia de una decena de guardias, en cada una de las ciudades donde paraba, exhortaba a los cristianos a mantenerse en la tradición de los Apóstoles y a defenderse de las crecientes herejías.
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La primera parada fue Esmirna, donde estuvo con el Obispo Policarpo, otro discípulo de Juan. Allí escribió cartas a las iglesias de Éfeso, Magnesia, Troles y Roma. Luego llegó a Tróada, donde escribió tres cartas dirigidas a las iglesias de Filadelfia y Esmirna, y al obispo Policarpo.
Trajano habría interrogado a Ignacio, pero esto parece más una fábula que un hecho histórico. En cambio, el propio Obispo pidió a los cristianos de Roma, en una de sus cartas, que no impidieran el martirio. Luego de ser devorado por los leones, en 107, sus restos fueron llevados a Antioquía.
Como el panegírico de Ignacio, realizado por Juan Crisóstomo fue pronunciado el 17 de octubre, esta fue la fecha en la cual comenzó a ser conmemorado el obispo, sobre todo, a partir del siglo IV. Según una leyenda, le decían Teóforo (“portador de Dios”) porque al abrir su corazón encontraron escrito, en letras de oro, el nombre de Jesucristo.
Con información El Clarín
Maryerlin Villanueva