Varios sacerdotes cumplieron 25 años de vida sacerdotal, cuya experiencia ha estado sostenida por la alegría y misericordia de Dios, que los ha acompañado a lo largo de más de dos décadas.
El presbítero, Edgar Sánchez dijo que si bien ha tenido muchas dificultades, esto no fue limitación para cumplir con el trabajo pastoral que le fue encomendado por el Señor.
Recordó que cuando estaba en primaria, en su escuela realizaban obras de teatro, a cuyo espectáculo se ofrecía como sacerdote de forma voluntaria. “Después, en la casa mi mamá me alimentó esa inclinación a querer ser sacerdote. Me alimentó varias veces escuchando las misas que yo hacía como juego”, dijo.
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Cuando vino a Venezuela el Papa Juan Pablo II, ver este acontecimiento encendió la chispa de unirse a la Iglesia.
“Luego de cumplir con todo el Semanario, un 14 de marzo de hace 25 años, el siervo de Dios, Monseñor Miguel Antonio Salas, arzobispo emérito de Mérida, me ordenó sacerdote”, expresó.
En la actualidad, es el párroco de la Iglesia El Carmen, ejerce la docencia en el Seminario Mayor Diocesano Santo Tomás de Aquino, está a cargo de la cátedra de Ética Profesional, en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, de la Universidad Católica del Táchira, también participa en trabajos culturales de la Academia de Historia del Estado Táchira.
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“A nivel de apostolado, ejerzo como asesor espiritual diocesano de la Unión Diocesana de Cofradías del Santísimo Sacramento, siendo un trabajo que Monseñor Moronta me encomendó para sustituir a Monseñor Raúl Méndez Moncada. Es un apostolado donde me siento bastante a gusto ya que allí tienen de rendir culto en espíritu y en verdad a Jesucristo presente en el Santísimo Sacramento”, apuntó.
Fidelidad
El presbítero, Victoriano Rodríguez señaló que celebrar los 25 años de vida sacerdotal significa renovar la fidelidad de quien lo ha llamado a unirse a la Iglesia y le ha dado la gracia de trabajar con él. “El señor me llamó para trabajar con compromiso por su pueblo”, dijo.
La vocación nació desde niño, cuando veía la labor que desarrollaban algunos párrocos y seminaristas, lo que fue despertando el deseo de responderle a Dios a través del sacerdocio.
“El día que recibí mi ordenación sacerdotal lo hice con mucha esperanza, de poder responder generosamente al que me había llamado, en medio de todas aquellas personas que necesitan un sacerdote”, expresó.
Dijo que a él Dios lo encomendó con un gran ministerio para poder acompañar al pueblo, en medio de la alegría, pero también de las vicisitudes.
Maryerlin Villanueva