“En la iglesia católica cristiana, los fieles laicos en comunión con los religiosos, sacerdotes, obispos y el Papa, nos unimos a devociones que acrecientan nuestra vida de fe y piedad. En esta oportunidad tenemos la devoción a la Divina Misericordia, instituida por el Papa San Juan Pablo II, de modo oficial para toda la Iglesia el 30 de abril del año 2000”.
Así lo señaló el presbítero Camilo Fernando Creque, sacerdote de la Diócesis de San Cristóbal, quien actualmente ejerce su ministerio en la Diócesis de Ciudad Quesada en Costa Rica, consagrado a la Devoción de la Divina Misericordia.
Manifestó que “el significado que tiene para nosotros esta fiesta, es manifestar a la humanidad que la Misericordia de Dios es refugio y amparo para todas las almas, especialmente para los pobres pecadores”.
Le puede interesar: Buscadores de Dios
Esta celebración se realiza el segundo domingo después de la Pascua.
Acotó el presbítero que desde 1930 se había dado a conocer la devoción en el mundo a partir del diario de la religiosa polaca Sor Faustina Kowalska ((1905-1938), hoy Santa Faustina. En este diario, refiere que fue el mismo Jesús, quien asignó el tiempo de la celebración, “deseo que haya una fiesta de la Misericordia, quiero que esta imagen que pintarás con el pincel sea bendecida con solemnidad el primer domingo después de la Pascua de Resurrección; ese domingo debe ser la Fiesta de la Misericordia”, (Diario, 49).
Esta devoción tiene un nuevo enfoque, según refiere el texto “La Divina Misericordia mensaje y devoción”, publicado por la editorial de los Padres Marianos de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, (Massachusetts, 2001) y es el llamado a una comprensión más profunda del amor de Dios que se extiende especialmente a los pecadores. “cuanto más grande es el pecador, tanto más grande es el derecho que tiene a Mi misericordia” (Diario, 723).
Lee también: Violencia carcelaria entre bandas rivales en Ecuador
Cabe acotar que, al hablar o escribir sobre la Divina Misericordia resulta difícil no repetir insistentemente estos términos, amor, misericordia. Bien lo expresó Santa Faustina en su Diario “¿puede la pluma describir cosas para las cuales, a veces, no hay palabras? (Diario, 3). Luego de esta aclaratoria, conviene desarrollar el significado e historia de la devoción, según lo explica el texto referido anteriormente.
Devoción
La historia de la devoción se edifica a partir de las apariciones y revelaciones de Cristo a Santa María Faustina, en cuya biografía se lee que a los siete años de edad recibió el primer llamado a la vida de la gracia. El Señor la designó como su secretaria y apóstol para recordar la verdad expuesta en la Sagrada Escritura, transmitir las nuevas formas de culto dictadas por Él, e inspirar la renovación religiosa en el espíritu de confianza a Dios y caridad hacia el prójimo.
Las formas de culto están contenidas en el Diario de Santa María Faustina y tienen su fundamento en la palabra de Dios, particularmente en los evangelios, “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” (Mateo 5,7). Es la invitación de Jesús a ser compasivo con el prójimo en todo momento y circunstancia, algo que a la luz de la razón humana parece imposible, sin embargo, al amparo del Redentor y por su testimonio sí es posible.
El análisis realizado al Diario de Sor Faustina por el teólogo y sacerdote Ignacy Rozycki distingue cinco formas de devoción a la Divina Misericordia:
Imagen
El 22 de febrero de 1931, Santa Faustina vio a Jesús vestido con una túnica blanca, una mano levantada para bendecir y la otra tocando la túnica sobre el pecho, desde donde salían dos grandes rayos, uno rojo y otro pálido.
El Señor le pidió que pintara “una imagen según este modelo y firma Jesús, en ti confío. Deseo que esta imagen sea venerada primero en su capilla y luego en el mundo entero” (Diario, 47). Los rayos simbolizan la sangre y el agua que brotaron del costado de Jesús crucificado. La sangre que redime y el agua que justifica. “Esta imagen ha de recordar las exigencias de Mi misericordia, porque la fe sin obras, por fuerte que sea, es inútil” (Diario, 742).
La Fiesta de la Misericordia: dijo el Señor a Faustina: “Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea refugio y amparo para todas las almas y, especialmente, para los pobres pecadores. Ese día están abiertas las entrañas de Mi misericordia (…) que ningún alma tenga miedo de acercarse a Mí, aunque sus pecados sean como escarlata”, (Diario, 699).
Coronilla
En septiembre de 1935, Jesús dictó a Sor Faustina esta plegaria para aplacar la ira divina: “padre eterno, te ofrezco el cuerpo, la sangre, el alma y la divinidad de tu amadísimo hijo, nuestro señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero”, (Diario, 476). Y pidió que, animara a las almas a rezarla confiadamente: “A través de ella obtendrás todo, si lo que pides está de acuerdo con mi voluntad” (Diario 1731).
Hora
La hora en que Jesús murió en la cruz luego de implorar al Padre el perdón para quienes lo martirizaron: esa es la hora de la Misericordia. Dijo Jesús a Faustina: “cuantas veces oigas el reloj dando las tres (…) En esa hora se estableció la gracia para el mundo entero: la misericordia triunfó sobre la justicia (…) sumérgete en oración allí donde estés, aunque sea por un brevísimo instante…” (Diario, 1572)
Propagación de la devoción: “haz lo que esté en tu poder para difundir la devoción a Mi misericordia. Yo supliré lo que te falta. Dile a la humanidad doliente que se abrace a mi corazón misericordioso y yo la llenaré de paz” (Diario, 1074): Así lo pide el Señor, y a propósito de ello, San Juan Pablo II en su encíclica “Rico en Misericordia” destaca la necesidad de que la Iglesia considere como uno de sus deberes principales el proclamar y presentar a la vida este misterio.
Una devoción coherente es aquella en la cual las oraciones y las palabras se corresponden con las acciones. “Exijo de ti obras de misericordia que deben surgir del amor hacia Mí. Debes mostrar misericordia al prójimo siempre y en todas partes. No puedes dejar de hacerlo, ni excusarte, ni justificarte” (Diario, 742).
En este sentido, el presbítero Camilo Creque resalta la petición de Jesús “sean compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá”. (Lc 6, 36-38).
El padre Creque enfatizó que el mensaje de nuestro Señor es claro, Él es el primero en dar a conocer la misericordia desde su infancia, pasión, muerte y resurrección.
Finalmente, las palabras de Faustina hacia María, Madre de Misericordia: “Cuanto más imitó a la Santísima Virgen, tanto más profundamente conozco a Dios” (Diario, 843).
Ana Leticia Zambrano
