María siempre está presente en la celebración de los misterios de Cristo, centro y autor de la salvación. La ternura de amor de Dios permitió que su hijo viniera al mundo nacido de una mujer, quien desde su concepción fue preservada del pecado original. Esta es la verdad de fe que da paso a la devoción mariana y brinda el consuelo de saber que al lado del Dios Trino y Uno, está la omnipotencia suplicante, la intercesora, vencedora de todas las batallas.
La Iglesia universal ha dedicado el mes de mayo a la veneración de la Santísima Virgen María en atención a todo lo que implica este tiempo: la primavera, las flores, el mes de las madres. Y las celebraciones litúrgicas de estos días de Pascua ponen de manifiesto la participación de nuestra Madre en el plan de la salvación de Dios que se realizó por su humildad y su “sí” generoso.
Le puede interesar: Seis viviendas afectadas por aumento de caudal del río Torbes
Así, luego de la celebración de Pentecostés, es decir, la venida del Espíritu Santo, se celebra a María como madre de la Iglesia. Esta designación, sentida por gran parte del Magisterio de la Iglesia, fue explicada por San Juan Pablo II a partir de las escrituras.
El Pontífice refiere que “el evangelista san Lucas habla de la presencia de la Madre de Jesús en el seno de la primera comunidad de Jerusalén (cf. Hch 1, 14). Subraya, así, la función materna de María con respecto a la Iglesia naciente, en analogía con la que tuvo en el nacimiento del Redentor. Así, la dimensión materna se convierte en elemento fundamental de la relación de María con respecto al nuevo pueblo de los redimidos”. (Audiencia general septiembre 1997).
El Padre Pedro Fortoul, Vicerrector del curso propedéutico del Seminario Santo Tomás de Aquino, explica que, en el año 2018, en el decreto “Ecclesia mater” el Papa Francisco instituyó la fiesta litúrgica de celebración de María Madre de la Iglesia, el lunes siguiente de Pentecostés. El documento señala que “esta celebración nos ayudará a recordar que el crecimiento de la vida cristiana, debe fundamentarse en el misterio de la Cruz, en la ofrenda de Cristo en el banquete eucarístico, y en la Virgen oferente, Madre del Redentor y de los redimidos”.
Visitación
Otra memoria importante de María en el mes de mayo es la Visitación a Santa Isabel, relatada por Lucas (1,38-56). Este pasaje muestra la caridad de la Virgen, quien sale presurosa a acompañar a su prima y en el saludo Isabel queda llena del Espíritu Santo. María rebosa su amor a Dios en la alabanza del Magnificat: “mi alma proclama la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador (…) su nombre es santo y su misericordia llega de generación en generación sobre los que le temen”
El Padre Fortoul comenta que tradicionalmente la religiosidad del pueblo ha celebrado la Visitación con el gesto de la coronación a la Santísima Virgen “en nuestras parroquias, aldeas, comunidades e instituciones vemos como la piedad popular se expresa para honrar a María Reina del Universo, para celebrar las memorias litúrgicas que dan cuerpo a estas devociones de la Santísima Virgen, sabiendo que todas nos llevan a su hijo Jesús”.
Advocaciones
El mes de María contempla también la memoria de la manifestación de la Virgen en Cova de Iria, Fátima. El padre Fortuol señala que esta aparición de la Madre de Dios ha significado para la Iglesia Universal un llamado a la conversión y a la oración.
Las apariciones de la Virgen de Fátima y sus mensajes han fortalecido la convicción del acompañamiento de María en la obra redentora de Dios y su don de intercesora, que entrega su corazón inmaculado como ofrenda para la salvación.
En Fátima, la madre de misericordia enseñó a los pastorcitos a incorporar entre cada decena del rosario la invocación “Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu infinita misericordia” y aviva la esperanza en su promesa “al final mi corazón inmaculado triunfará”.
Lee también: El Papa dialoga con la CEI sobre los retos actuales del mundo
Continúa el presbítero Fortul relatando la memoria de otra devoción que aparece en las letanías lauretanas “María Auxiliadora de los cristianos, esta devoción se fortaleció por la expansión de la congregación salesiana enseñada en todos los sitios a donde llegó la obra de San Juan Bosco. La celebramos el 24 de mayo”.
La advocación de María Auxiliadora recuerda la omnipotencia suplicante de María, su cualidad para obtener la ayuda de Jesús y custodiar la fe. San Juan Bosco afirmó «La Virgen quiere que la honremos con el título de Auxiliadora: los tiempos que corren son tan aciagos que tenemos necesidad de que la Virgen nos ayude a conservar y a defender la fe cristiana».
Honrarla
Al conocer en cada advocación la grandeza de nuestra madre celestial, el Padre Fortuol refiere que la mejor forma de honrar a María es “hacer realidad lo que San Juan nos dice en las Bodas de Caná: “hagan lo que él les diga”. Igualmente, honrar a María es imitar lo que ella hizo: se mantuvo fiel a Cristo y perseveró junto a él en el camino de la cruz.
Y después de la resurrección acompañó a los apóstoles en la espera del Espíritu Santo, de forma tal que “María es el modelo, imitando a María podemos ser buenos cristianos y buenos hijos de Dios, porque ella es la perfecta hija del padre, la madre del hijo y la esposa del Espíritu Santo”.
Rosario
A modo de conclusión, Fortuol se refirió a la devoción del rezo del Rosario “es muy importante, es un modelo de evangelización creado por Santo Domingo de Guzmán, cuando Europa estaba contaminada de herejías en contra de la fe y en el pueblo reinaba la ignorancia religiosa. Los frailes de la orden de predicadores iban a los pueblos a explicar los misterios de la vida del Señor, así se fueron configurando los misterios del rosario, luego las oraciones fundamentales de la Sagrada Escritura, el Padre Nuestro y el Ave María”.
“La devoción mariana afirma la vida de los santos. Decía San Alfonso María Ligorio: a quien Dios quiere hacer santo lo hace un gran devoto de la Virgen María. Todos los santos han sido devotos de la Madre de Dios y ella les ha ayudado través del Rosario a vivir su vocación cristiana y su camino a la santidad. Se equivoca quien dice que el rosario es repetición de oraciones estructuradas. No, el rosario es un camino de amor a la Virgen y un camino de meditación de los misterios de la salvación”, finalizó diciendo el Presbítero.
Ana Leticia Zambrano
