En dos años el Seminario Santo Tomás de Aquino, ubicado en el municipio Guásimos, cumplirá 100 años de fundación, cuya institución ha servido por décadas para formar nuevos pastores que tendrán como propósito llevar un mensaje de evangelización y fe a cada rincón del estado Táchira.
En medio de las adversidades que atraviesa, la sede forma parte de las obras más significativas de la Diócesis de San Cristóbal, la cual fue erigida por Monseñor Tomás Antonio Sanmiguel, quien dirigió una carta pastoral a los fieles manifestándole la alegría que experimenta al ver los inicios de esta institución, donde se formarían los sacerdotes.
El director de Diario Católico, presbítero, José Lucio León dijo que existe la certeza de que el Seminario Santo Tomás de Aquino “es esencial para nuestra Iglesia diocesana. Han pasado muchos años de aquella idea inicial del siervo de Dios, monseñor Tomás Antonio Sanmiguel, y vemos plasmados tantos proyectos, ilusiones y esperanzas que han dado su fruto en cada dimensión de la formación”.
Señaló que es el momento propicio para reflexionar y dar gracias a Dios por “ser parte de esta familia, pues cada uno de nosotros estamos llamados a sentirnos parte activa de la Iglesia, de nuestro seminario y cada familia que está ligada a él”.
Para León “cada uno es partícipe de este momento de esperanza y de prueba, cada uno es guía de los tantos jóvenes que desean formarse y muchos de ellos seguir a Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, demostrando la grandeza y la misericordia de Dios junto a la riqueza de nuestro pueblo”.
Le puede interesar: Primer tuit del Papa desde el Gemelli: Agradece oraciones y mensajes
Destacó que es justa la ocasión para pedir al Señor que siga enviando obreros a su mies, que bendiga a los Obispos, sacerdotes y seminaristas; que conceda paz y esperanza a quienes sufren ante la tribulación; que proteja a todas las familias y que a todos les de sinceridad, docilidad, entrega y perseverancia y así poder llevar con convicción el mensaje de Jesús a todos los que lo necesitan.
El presbítero, y exdirector de este medio de comunicación, Johan Pacheco, recordó que fue una gran experiencia haberse formado como sacerdote en dicho lugar sosteniendo que lo vivió lo volvería hacer, puesto que es “nuestra casa, nuestro seminario”.
“Las bases de mi vida humana y en ella el llamado al ministerio sacerdotal se lo debo al Seminario Diocesano, de manera particular a la formación del seminario menor. Como bien lo decimos los primeros valores los aprendemos en la casa, así fue el seminario menor para lo que soy hoy, cómo hijo de Dios, hombre, ciudadano, sacerdote”, dijo.
Manifestó sentirse profundamente agradecido con el Seminario, sus formadores y hermanos seminaristas, quienes en su mayoría hoy en día son padres de familia, profesionales, y ejemplares ciudadanos, “quienes vivieron también la gran experiencia del seminario. Me uno a los intensos llamados de oración y solidaridad, por el seminario, sus actuales seminaristas, y todas las vocaciones de nuestra Iglesia”.
Pidió la intervención de Dios para que en medio de la adversidad sean fortalecidas como rocas que puedan dar testimonio de confianza en el Señor, “quien es el que guía la barca que podemos divisar en colina de Toico desde tantos lugares del Táchira. En este momento de revisión, reconocimiento y reparación que vive nuestra casa, nos acompañamos en la oración para pedir a la Virgen de la Consolación que guíe la continua labor de formar y brindar ambientes seguros para todos. Que Dios bendiga nuestro seminario”, acotó.
Historia
Las clases dieron inicio el tres de febrero, con la presencia de 40 estudiantes, de acuerdo a lo reseñado por el presbítero Luis Gilberto Santander, en su libro Una Luz Sobre la Colina de Toico.
El primero de mayo de 1.928, el obispo diocesano dirige una carta pastoral al clero y los fieles de la Diócesis para exigir una colaboración para la obra física del Seminario, en la parte alta de la ciudad capital, en la carrera 14.
Hasta el año 1930, funciona el Seminario Conciliar en la sede de la calle 4, pues el número de vocaciones iba en aumento, según Santander y se hacía necesario un espacio mucho más grande para albergar a los jóvenes.
Fue Monseñor Arias Blanco, segundo obispo de la Diócesis de San Cristóbal, quien creó el Seminario Mayor, poniendo como rector al primer eudista venezolano de la Congregación San Juan Eudes, Monseñor Miguel Antonio Salas, nativo de La Grita.
Lee también: Santísima Trinidad: misterio y plenitud del amor
Posteriormente, Monseñor Alejandro Fernández Feo, tercer obispo de la Diócesis, lleva a la colina de Toico, el Seminario, dejando la anterior estructura como sede de la Universidad Católica Andrés Bello extensión Táchira, que luego pasó a ser Universidad Católica del Táchira, señaló Hernández.
El 16 de mayo de 1956, víspera de la Solemnidad de Pentecostés, Monseñor Fernández Feo invocó el nombre del santísimo Dios y la Virgen María para luego colocar la primera piedra del nuevo edificio del Seminario, ubicado en la altiplanicie de Toiquito, entre Táriba y Palmira.
A este importante acto acudió el clero de la Diócesis, el ministro de Justicia, Andrés Aguilar; los ingenieros Rafael Ferrero Tamayo y Edgar Espejo, entre otras autoridades civiles y militares.
Posteriormente, el 25 de agosto de 1963, son bendecidas las nuevas instalaciones por el obispo Fernández Feo, para así dar comienzo formalmente a las labores en este lugar.
Maryerlin Villanueva