***El Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que hace el Padre, eso también hace el Hijo de igual manera. Juan 5:19
La celebración del día del padre forma parte de una cultura necesaria para exteriorizar un amor que se complementa en el seno de la familia, la roca que edifica la familia junto a la madre es también el centro de la sociedad que ve en el hombre un baluarte, en esta época abstracta, donde el sentido pragmático de cómo se conforma una familia tradicional se deriva de innumerables transformaciones.
El tercer domingo del mes de junio es una fecha de importante valía para reconocer una labor que día a día se consolida con mayor énfasis ante tanta desorientación en la concreción de una familia plena, sólida y llena de valores que se desprenden de una creencia plena en Dios y con ello, de todo lo que la armonía de ser cristiano abarca.
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Es conocido que en las sagradas escrituras se establece el amor de nuestro padre que va desde la protección en tiempos de tribulaciones hasta el perdón de nuestros pecados (Mateo 5:48) y es allí donde a través de este ejemplo constatamos el cómo que deriva en el porqué de la importancia del padre en todos los niveles de construcción de la familia.
Hay padres de todo tipo y con querencias que van desde el amor incondicional hasta el jerarca que disciplina para que los hijos sean hombres de bien, todo ello, enmarcado en la concreción de objetivos que fomentan la concordia familiar.
Aquellas manos de trabajo arduo, miradas de cansancio orgulloso y sonrisas de satisfacción que desprenden los hombres al ver como se encamina, la consecución de su generación es la prueba inefable de una labor bien concebida que terminará con el ejemplo de humildad, amor, comprensión y apoyo al prójimo que es la base de la fe que profesamos.
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Los padres son responsables ante el Señor por la forma en que educan y adiestran a sus hijos, porque “He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre. Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos; no será avergonzado” Salmos 127:3–5
En esta celebración del Día del Padre lo más digno es estar reunidos para con amor y una entrega agradecer cada acción aprendida de quien, en medio de cualquier caos, está presente por la protección de los hijos, una labor que desde el cielo bendice Dios como parte del amor que todos debemos fomentar en cada momento de nuestras vidas.
Feliz Día del Padre a todos los que en manos de Dios trabajan para ser una pieza importante en la cimentación de las familias cristianas.
Carlos A. Ramírez B.