“Al atardecer de la vida seremos examinados de amor”. Esta expresión recuerda que el sentido de la fe cristiana es dar testimonio del amor de Dios, conocerle y seguir su ejemplo en el trato con los hermanos, sabiendo que en los más necesitados, en los que sufren, está el rostro de Jesús.
Bajo esta premisa, el grupo “Manos que obras y ayudan”, comenzó en el 2020 una labor austera pero muy significativa como es ofrecer tiempo, esfuerzo y, en la medida de lo posible, apoyo material a quienes lo necesitan, con una actitud de humildad y entrega que abre las manos y el corazón al prójimo.
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Valerio García Rojas, Ana Julia Contreras, Carmen Rojas Doris Sánchez, Mariela Únivio y Carolina Únivio, se reunían a orar diariamente durante el tiempo de la pandemia en el sector Monseñor Ramírez de San Cristóbal. En el diálogo enmarcado en la palabra de Dios, tuvieron la idea de ofrecer algún tipo de ayuda a personas que lo necesitaran. Gracias a la experiencia de García como chef, las primeras ideas fueron las de preparar lo que ellos llaman “sopas de amor”.
“Tratamos de vivir el evangelio, llevando a los hermanos un apoyo y también buscando la manera de que ellos no solo reciban la ayuda, sino que de alguna forma participen y se ayuden” señala Valerio García.
Inspirados en el ejemplo de la Madre Teresa de Calcuta, los integrantes de esta agrupación decidieron acercarse a los ancianatos, ofreciendo meriendas o comidas. Atendiendo a las normas de distanciamiento social, iba el menor número de personas posible, con estrictas medidas de bioseguridad. Lo importante era perseverar en el propósito de ayudar.
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Con el paso del tiempo, visitaron diversas casas de abrigo para abuelos, entre ellos de “María Madre de los Pobres”. En la dinámica han sabido de familias o personas que ameritan atención, dedicándose a asistirlos. De esta forma han podido afianzar la planificación de jornadas una vez al mes.
“Hemos visto situaciones en las que una persona puede carecer hasta de utensilios de cocina, sin posibilidad de adquirirlos” apunta García. En atención a ello, su labor es hacer saber estas situaciones y acopiar provisiones para llevarlas a quienes las necesiten.
Ropa, juguetes, lencería usada pero en buenas condiciones, alimentos no perecederos, medicamentos sin vencer, son algunos de los requerimientos que se leen en el flyer que difunden para promover su obra y en el que invitan a hacer parte de esta misión en favor de los hermanos.
Evangelizando
Valerio García comenta que personalmente es una satisfacción ofrecer su tiempo y esfuerzo para socorrer a las personas. Anteriormente también hizo parte del grupo de apostolado “Buen Samaritano”, con el cual lograron en varias oportunidades llevar jornadas de atención a los privados de libertad.
De esta experiencia recuerda que una vez les acompañó Monseñor Marco Tulio Ramírez Roa (+), logrando que muchos internos recibieran los sacramentos. Ahora, en “Manos que oran y ayudan”, también en cada encuentro o iniciativa se propicia la reflexión y la oración.
“Así como el grupo nació en un entorno de oración, siempre se busca acompañar la ayuda con evangelización” dijo.
Experiencias
Valerio García narra que, entre las experiencias más conmovedoras que han vivido con “Manos que Oran y Ayudan”, se encuentra la de Franyer Manuel Moncada Lagos, quien reside en el Palmar de La Cope, municipio Torbes. Tiene 42 años, pero debido a una meningitis que sufrió cuando tenía 8 meses de edad, se mantiene en silla de ruedas y padece varias complicaciones de salud.
Su mamá, Isabel Lagos, ha permanecido a su cuidado todo el tiempo. Ahora está enferma de la vista, lo cual agrava la situación familiar. La atención a Franyer le ocupa todo el tiempo. Al constatar las necesidades, se logró gestionar la donación de una silla de ruedas, cama clínica, colchón antiescaras. También se les proveyó de tanques de agua, una cocina y reparaciones al techo de la vivienda.
“Cuando vimos cuánto necesitaba este muchacho, quedamos impresionados. Gracias a Dios y a la ayuda de muchas personas pudimos solventarlo en forma significativa. Pero sabemos que él sigue necesitando medicamentos, por ello hemos logrado la donación de tratamiento desde el mes de marzo”.
En vista de la situación de Franyer, han tenido la perseverancia de visitarlo al menos dos veces al mes. Como forma de ayudarles se están planteando asesorarlos para que comiencen a criar pollos y puedan consumir proteína con regularidad.
Otra experiencia reciente es el acompañamiento que están dando a Inés Gandica, quien reside en La Concordia, San Cristóbal y carece de los medios para reparar el techo de su casa, colapsado por las lluvias. Uniendo voluntades con el grupo San José de la parroquia Nuestra Señora del Rosario organizaron una vendimia pro fondos para estos trabajos.
Padrinos
Para cristalizar su misión, “Manos que Oran y Ayudan” despliega su esfuerzo en incorporar padrinos, es decir, personas que puedan y deseen colaborar con cualquiera de las actividades. García reiteró que es una labor voluntaria y libre en la que todo, mucho o poco, ayuda.
“Buscamos padrinos, que nos ayuden para poder ayudar. Yo le digo a la gente que vaya a sus armarios y se dará cuenta de la ropa que tal vez no usan hace mucho tiempo, que puede serle útil a tantos que no tienen nada”, expresa Valerio García.
Continúa diciendo que “cuando se planifican las sopas de amor, vamos uniendo los aportes de ingredientes y así logramos elaborar los alimentos para aliviar y alegrar a los hermanos”. Otra forma de lograr recursos es la venta de rifas solidarias.
A manera de conclusión, el promotor de “Manos que oran y ayudan” manifiesta que un gran auxilio que pueden recibir también es la difusión de la información y las actividades que se realizan, sabiendo que cada aporte es útil y necesario: @somosmanosqueoranyaudan. Convencido de que “los buenos somos más”, García persevera junto con sus compañeros en llevar el mensaje de Jesús en palabras y obras.