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Hermanas Ravasco: 43 años al servicio del Reino de Dios en Santa Ana del Táchira

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¡Dios, alma, eternidad, todo lo demás es nada! Son las palabras de la Madre Eugenia Ravasco, que reciben a los visitantes del Centro Vocacional, ubicado en Santa Ana del Táchira, Municipio Córdoba, donde residen desde hace 43 años las Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, mejor conocidas como: Hermanas Ravasco.

La congregación Ravasquina fue fundada por la Beata Eugenia Ravasco quien nació en Milán (Italia) el 04 de enero de 1845, hija de Francisco Mateo Ravasco y Carolina Mozzoni. A los 18 años en 1863 sintió la llamada de Dios cuando entró a hacer una visita al Santísimo Sacramento del altar en la Iglesia de Santa Sabina (Génova) y escuchó en la voz del Padre Jacinto Bianchi, unas palabras con letras como de fuego que retumbaron en lo profundo de su corazón: ¿No hay alguno entre vosotros que quiera dedicarse al bien por amor al corazón de Jesús? La respuesta no se hizo esperar, ante aquella invitación Eugenia dijo: “Jesús, yo seré una de estos. Yo soy toda para ti, te amaré te haré conocer y amar lo más que pueda…” .

El 06 de diciembre de 1868, con las colaboradoras Adela Molinari y Carla Serra, siguiendo los consejos de Mons. Salvatore Magnasco, fundó la congregación de las Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, poniendo toda su fortuna en las manos del Señor, con la finalidad de brindar educación a las niñas pobres y promover así la juventud. Se iniciaron así escuelas, enseñanza del catecismo, asociaciones y oratorios. “El proyecto educativo de la Madre Ravasco, consistía en educar a los jóvenes y formarlos en una vida cristiana activa y abierta, para que fueran honestos ciudadanos en medio de la sociedad y santos en el cielo; la congregación surge en un período de hostilidad hacia la Iglesia y laicización” , sobre todo si recordamos la ruptura entre la Santa Sede y el Reino de Italia después que entraron los soldados piamonteses.

Una vez superadas las dificultades propias de la época y la discriminación de la clase alta de la sociedad, por haber destinado su riqueza a la fundación del Instituto, Madre Eugenia consiguió la aprobación diocesana de su obra en 1882, más tarde en 1909, sería la aprobación Pontificia. Su obra rápidamente se extendió a otras casas filiales que se fueron impregnando del espíritu de servicio y celo por las almas, en un carisma marcado por el “llamamiento hacia Cristo –Amor como expresión especifica de la voluntad de Dios, en una espiritualidad Eucarística y Mariana”. Años más tarde, “consumida por la enfermedad, Madre Eugenia murió a sus 56 años en la madrugada del 30 de diciembre de 1900”.

Una vez fallecida la Madre Eugenia, el carisma de la congregación se extendió por el mundo entero, fue así que después de las fundaciones en Italia (1868) se empezaron a abrir casas en Bolivia (1951); Venezuela (1951); Brasil (1955); Suiza (1956); Colombia (1958); Argentina (1959); Paraguay (1960); México (1992); Albania (1994); Costa de Marfil (1997); Filipinas (2000). La obra de las hermanas se caracteriza por tener una disposición abierta a las necesidades de la Iglesia. En muchas comunidades, se desarrolla la enseñanza de la catequesis, pastoral parroquial, misiones con pueblos indígenas, movimientos católicos, pastoral juvenil, internados, pensionados obreros y estudiantiles, cuidado de enfermos y mendigos, colegios y escuelas.

La obra de Madre Ravasco llegó a Venezuela en 1951. Particularmente, las hermanas llegaron a la Diócesis de San Cristóbal en 1976, cuando Mons. Nelson Arellano Roa, contactó al Instituto gracias a la recomendación de S.E.R Antonio del Guidice, Nuncio Apostólico en Venezuela para el momento, ya que estas religiosas servían en la Nunciatura. En efecto, en compañía de la delegada de la congregación, Sor Graciela de Amicis, llegaron a la Casa Hogar para ancianos “Medarda Piñero”, Sor Graciela y Sor Liliana de Felice. Años más tarde, el 13 de septiembre de 1980, según nota histórica registrada por Sor Nora Oliveros Henao, llegaron a la Población de Santa Ana (Distrito Córdoba), las hermanas Sor Inés Sánchez Carreño y Sor Nora Oliveros, acompañadas esta vez por la madre delegada, Sor Franca Fedeli, para la fundación de una casa destinada a colaborar en el apostolado parroquial. Según las narraciones de la época, las hermanas Ravasco vinieron gracias a un anciano de la Casa Hogar Medarda Piñero, llamado Emiliano Camacho, nativo del pueblo. La invitación a fundar esta obra fue auspiciada por el Párroco, Pbro. Javier Sáenz y la autorización de S.E.R Alejandro Fernández Feo, III obispo de la Diócesis de San Cristóbal. Entre las principales tareas de las hermanas estaban el catecismo en la parroquia, las escuelas y las numerosas aldeas del campo.

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El Pbro. Javier Rodríguez en compañía de Sor Liliana Felice, consiguieron una casa ubicada en la carrera 3 entre calles 10 y 11, del sector Las Golondrinas. Años más tarde, a raíz del auge vocacional de la congregación, se aperturó el centro vocacional de las Hijas de los sagrados corazones de Jesús y de María. Después viendo las necesidades de las jóvenes del campo, se creó la extensión “Casa Hogar para jóvenes campesinas” a fin de que pudieran residir allí y estudiar en el Pueblo, brindando así una oportunidad educativa.

La obra de Madre Ravasco en Santa Ana del Táchira, arribó a sus 43 años el pasado 13 de septiembre. Es común escuchar entre los pueblerinos: “allá van las monjitas” y es que desde los años 80, la mayoría de los santanenses ven caminar por las calles de la parroquia de Santa Ana, un par de religiosas vestidas con habito beige y una sonrisa en el rostro, son las hermanas Ravasco.

Es recordado el arduo trabajo de las religiosas en las aldeas del campo, en la catequesis parroquial y en la formación de los laicos. En esta obra, trabajaron las hermanas: Sor Inés Sánchez, Sor Nora Oliveros, Sor Floralba Molina, Sor Eva Cardona, Sor Aurora Cardona, Sor María Melvi Gallego, Sor María Elena Orozco, Sor Nazaria, Sor Marjorie, Sor Edelmira, Sor Luzmery, Sor Rosalía Macías, Sor Dolly Aristizabal, Sor Carmen Moreno, Sor Edy Sánchez, Sor Gabriela Suárez, Sor Leydimar Ropero, Sor Sofía Toloza, Sor Julia Borrero, Sor Ana Jacín Rodríguez, Sor Laura Ruiz, Sor Zaira Vivas.

Por su parte, atendiendo el llamado de Dios y las palabras de Madre Eugenia: “Que vuestra alegría arrastre a otros corazones para alabar y bendecir al Señor” se consagraron al servicio del Reino varias religiosas nativas de Santa Ana del Táchira, la cuales hoy sirven en Venezuela, Italia y Colombia, ellas son: Sor Zaira Vivas, Sor Julia Borrero, Sor Virginia Suarez (laica consagrada) y Sor Gabriela Suárez.

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Actualmente, la congregación sigue brillando en frutos de humildad, alegría y apertura a las necesidades de la Iglesia. Durante el último decenio, gracias al intenso apostolado de Sor Carmen Sofía Toloza y Sor Laura Ruiz se llevó adelante la educación de los niños, con la implementación de las tareas dirigidas. Hoy a 43 años de haberse iniciado el apostolado parroquial, hacen vida en esta casa Sor Maria Melvi Gallego, Sor Gilma Gómez, Sor María Garcés, junto a una joven aspirante nativa de la Aldea San Joaquín, llamada María Elena Martínez. Es común verlas en las casas de los ancianos y enfermos llevando la sagrada comunión, en charlas para los fieles de la parroquia, así como en las actividades pastorales organizadas por el Padre Domingo Pernía, párroco. Su carisma y su alegría se irradian por las calles del pueblo, su casa de puertas abiertas es un espacio para aquellos que desean tener un rato de encuentro con el Señor.

Hoy, a 43 años las hermanas siguen llevando la buena nueva del Reino, por amor al Corazón de Jesús, siguiendo el ejemplo de sus predecesoras. La casa hogar de las niñas, actualmente se encuentran en eventuales reparaciones, sirva esta crónica también para animar a todos aquellos que deseen contribuir con esta obra de Dios a aportar su “grano de arena”.

Gozosos celebramos la fiesta litúrgica de la Madre Eugenia Ravasco, para que por su intercesión, siga siendo esta comunidad parroquial de Santa Ana del Táchira, un semillero de vocaciones y un lugar donde desde ya se viva el reino de Dios.

¡Viva el Táchira Católico!

Leonardo Vivas

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