Cada año Richard Pérez, un hombre menudo, de contextura gruesa visita el cementerio municipal de San Cristóbal, su motivación, es saber que en este camposanto descansan su mamá, su tía y su padrino, una familia de una fe inquebrantable por Dios que fue heredándose hasta llegar a él, huérfano y rodeado de amor, quien ahora, con balde en mano, limpia cada tumba como una promesa de olvidar a ninguno.
Así como Richard hoy día de la Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos los cementerios de la ciudad y sus adyacencias están colmados de visitantes quienes limpian, recuerdan y rezan al pie de cada mausoleo donde sus más cercanos cumplen con el descanso eterno.
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Con una diferencia marcada los sancristobalenses tiene una manera ortodoxa de homenajear a sus difuntos, mucho más allá de generar un accionar carnavalesco se presentan a lavar, reparar, limpiar, adornar con flores las tumbas y rezar por sus afectos, una serie de acciones que se acrecientan este día pero que se realiza de manera consuetudinaria a lo largo de todo el año.
Es por ello, que Richard, no olvida los momentos vividos con todos sus seres queridos y vive este día como un homenaje a quienes ya no están con nosotros, de allí, que recorre el cementerio municipal para llegar hasta el lugar donde descansan sus familiares y como parte de un ritual antiquísimo inicia la jornada rezando un rosario, luego mientras limpia genera una conversación interna con sus familiares acerca de todo lo que ha hecho en los últimos días y así entre discusiones ficticias pasa su tiempo recordando cada momento vivido.
Encuentros
Las visitas al cementerio comenzaron desde primera horas de la mañana, la venta de flores y los limpiadores de tumbas siempre dispuestos ofrecían sus bienes y sus servicios para hacer de este día un acto de compromiso, Richard, quien solo compró sus flores llevaba el balde remedado de hace algunos meses, una escoba, unos trapos amarillos, tres velas e incienso, a su parecer son los elementos con los cuales cumple a cabalidad con todo aquello que su desde su amor por Dios se debe hacer,
¿Cuántos años tienes haciendo esta misma visita?
Yo vengo todos los lunes al cementerio. Vivo en el Barrio Alianza y recorro a pie todo el camino, mientras lo hago rezo los rosarios que tenga que rezar. Pero para el día de los fieles difuntos me vengo en una camioneta hasta el centro y después bajo hasta el cementerio caminando. Lo hago porque la limpieza de las tumbas me agota y yo con 59 años me cansó. Esta visita la hago desde que murió mi mamá hace 14 años.
¿Qué es lo que te motiva?
Mantener el recuerdo de mi mamá, mi tía y mi padrino vivos. Ellos me criaron y siempre estuvieron pendiente de mí. En vida siempre los apoye y ahora que ya están con Dios lo mejor que puedo hacer es rezar y mantener limpio el lugar donde llevan su descanso eterno.
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¿Rezas solo por ellos o por todos?
Hace unos años entendí que debemos rezar por todos los fieles difuntos para que logren ser purificados y lleguen al cielo. Hay que rezarles a todos, todos necesitan de la oración. Yo espero que lo que hago hoy por muchos, otros vengan y lo hagan por mi cuando ya parta a verme con mi señor.
¿Este año qué hiciste de diferente?
Como te comenté antes lo que quiero es cumplir con mi familia que ya partió al encuentro pero este año también quiero ayudar a otros a limpiar a rezar (…) para muchos aún es doloroso saber que sus seres queridos no están y parte de ser un buen católico es apoyar en esos momentos oscuros. Este año me dedicaré a ayudar. Por eso no quiero fotos, ni grabaciones (…) un verdadero católico ayuda sin esperar nada a cambio.
¿Es necesario hacer este tipo de visitas a los cementerios?
Por supuesto que sí. Nunca debemos olvidarnos de nuestros seres queridos. Un alma se pierde si se olvida. No solo hay que venir este día, hay que hacerlo siempre que se pueda, comprar flores, rezarles, limpiarle las tumbas. Hay que mantener el recuerdo vivo, siempre vivo y pidiendo que ya estén con nuestro señor ayudándonos desde el cielo.
Homenaje
La Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos es parte de un accionar que está arraigado en todos los corazones de quienes creen en Dios, honrar la memoria de los que ya se fueron y rezar siempre para que hayan encontrado el camino al señor es parte de una responsabilidad nacida del amor, cariño y respeto por todos nuestros seres queridos.
«Tenemos que comprender que nuestro bien más grande es la unión de nuestra voluntad con la voluntad de nuestro Padre celestial, pues sólo así podemos recibir todo su amor, que nos lleva a la salvación y a la plenitud de la vida».
Juan Pablo II
Carlos A. Ramírez B