La oposición que participó en la primaria alcanzó un primer éxito cuando supo eludir el estado de sitio en frío que el gobierno desató para que no se realizará o se redujera al mínimo la participación. En estos propósitos Maduro fracasó.
Hubo dos incertidumbres, de las tantas que acompañan la lucha contra un régimen que no se atiene a reglas, que tuvieron desenlaces sorpresivos. El nivel de participación estuvo por encima de lo esperado y María Corina Machado borró a sus competidores.
La asistencia a la primaria expresó un hecho: la mayoría de los venezolanos ya no quiere seguir bajo el régimen imperante durante estos 23 años.
La alta concentración de la votación a favor de María Corina expresó otro; la determinación de realizar la unidad, incluso al margen de las decisiones de las direcciones partidistas, si es necesario.
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Es muy importante someter a debate las diversas interpretaciones para explicar esas dos características relevantes del proceso de primarias porque ayudaría a avanzar mejor. La exigencia de cambio es el resumen de las motivaciones y emociones que movieron a la participación de un tercio de los votantes necesarios para ganarle a Maduro el próximo año. En este sentido la primaria debe haber fortalecido en el 90 % de venezolanos que no votó en las primarias la disposición a votar directamente en las elecciones presidenciales y la convicción que es posible triunfar en ellas a pesar de las provocaciones y agresiones que atraviese el gobierno en el largo trecho que falta.
Es probable que el resultado de la primaria haya desconcertado al gobierno. Pero reaccionó rápido con la decisión del TSJ, cuyo mensaje básico es ratificar por otro medio la inhabilitación de María Corina Machado y desanimar a la oposición proyectando la idea que quien al final tiene la sartén por el mango es el gobierno.
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Está nueva jiribilla es exactamente la respuesta que debe esperarse de un gobierno autoritario cuya naturaleza lo conduce a hacer explicita su disposición a imponer su dominio por la fuerza. Formula una amenaza represiva contra los organizadores de la primaria, mantiene sus operaciones para dividir y provocar abstención y continúa dentro de la negociación sacándole el provecho que sea posible. María Corina misma ha declarado que el Gobierno no ha vulnerado los acuerdos de Barbados. Lo hace porque sabe que este no es aún el final.
Es buena señal que la ganadora de la primaria y figura principal de la oposición no embista los trapos rojos y se disponga a participar en una negociación cuyo principal objetivo de lucha es realizar las elecciones con el mayor número de garantías respecto a los derechos de la oposición y al impacto que podría tener en el progresivo rescate de la institucionalización, la democratización y la recomposición de una economía no estatista.
El camino parece estar claro, por eso hay que avanzar mirando bien cada tramo de 100 metros de los 1200 metros que faltan.
Simón García