Aunque no se conocen muchos detalles sobre su vida, Santa Cecilia es una de las santas más populares. Por cantarle devotamente al Señor, hizo que se le considerara patrona de los músicos.
Vivió en Roma entre los años 180 y 230, en el seno de una familia noble y adinerada. Desde los primeros años asistía diariamente a la eucaristía celebrada por el Papa Urbano en las catacumbas, cerca de la Vía Apia. En el trayecto siempre auxiliaba a los pobres y necesitados.
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Los padres de Cecilia la dieron en matrimonio a un joven pagano llamado Valeriano. Sin embargo, tras la celebración de la boda, la joven dijo a su esposo: “Tengo que comunicarte un secreto. Has de saber que un ángel del Señor vela por mí. Si me tocas como si fuera tu esposa, el ángel se enfurecerá y tú sufrirás las consecuencias; en cambio, si me respetas, el ángel te amará como me ama a mí”.
Sorprendido, Valeriano le exigió ver el ángel. Cecilia le indicó que antes debía aceptar al Señor y recibir el bautismo. El Papa Urbano le administró el sacramento, luego de lo cual, un ángel se apareció a los esposos y los coronó con rosas y azucenas. Este milagro hizo que el hermano de Valeriano, llamado Tiburcio, también se convirtiera.
Tras este milagro de conversión, Cecilia permaneció virgen. Su esposo y su cuñado dieron cristiana sepultura a los mártires de la persecución de Turco Almaquio y por este motivo fueron degollados.
Ella también fue denunciada y condenada a morir quemada en su propia casa, sin embargo salió ilesa del incendio. En el acta que relata su martirio, registra que Cecilia alababa a Dios cantando en medio del tormento.
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Almaquio ordenó que fuese degollada. Cecilia fue herida varias veces con el hacha y aún permaneció con vida tres días durante los cuales expresó con sus dedos el amor y la entrega a Dios. Expiró cuando vio al Papa Urbano, pues había suplicado al Señor la gracia de verlo antes de morir.
El Pontífice sepultó a Cecilia y consagró su casa como Basílica. El relato del martirio hizo que se le reconociera como ejemplo de mujer piadosa.
Santa Cecilia fue canonizada por el Papa Gregorio XIII en el año 594, nombrándola oficialmente por “haber demostrado una atracción irresistible hacia los acordes melodiosos de los instrumentos. Su espíritu sensible y apasionado por este arte convirtió así su nombre en símbolo de la música”.
Las agrupaciones musicales, coros y orquestas la celebran el 22 de noviembre y en varios países, este es el día de los músicos. En su honor se han escrito más de una decena de obras musicales y sobre su martirio y pasión al cantar para el Señor, hay numerosas obras pictóricas y arquitectónicas.
Oración a Santa Cecilia:
Gloriosa Virgen y mártir Santa Cecilia, modelo de esposa fidelísima de Jesús, vedme aquí postrado humildemente ante vuestras plantas. Soy un pobre pecador que vengo a implorar vuestra poderosa intercesión ante Jesús a quién tanto amasteis, suplicándote que me consigas un verdadero arrepentimiento de mis pecados, un propósito eficaz de enmienda y una heroica fortaleza para confesar y defender la fe que he profesado.
Alcánzame la gracia de vivir y morir en esta santa fe, como también las gracias especiales que necesito para vivir santamente en mi estado. Escucha y alcánzame mis súplicas, oh virgen poderosísima, para que merezca gozar un día de la eterna bienaventuranza. Así sea.
Amén
Ana Leticia Zambrano