Muchos de nuestros hermanos por la fe, están alejados de las estructuras ordinarias de vida pastoral eclesial. Sin embargo, muchos de ellos viven un cristianismo popular desde la riqueza de su fe, alcanzando en algunos casos un alto grado de santidad. Son pobres en este mundo, pero enriquecidos del tesoro eterno.
Buscar acompañar estas periferias nos debe animar a alentar y promover la fe católica en ellos, de manera que se pueda seguir desarrollando con su forma cultural propia, buscando que sean parte del seno de nuestra madre la Iglesia.
Piedad
La pastoral urbana debe asumir, purificar y recrear las formas de espiritualidad del catolicismo popular. Por ejemplo, la devoción al Santo Cristo de La Grita y a la Virgen de La Consolación en Táriba, dos grandes iconos de la piedad popular tachirense, expresa a su vez la religiosidad popular criolla, centrada en torno a una imagen, su novena, su procesión y la Eucaristía en su honor, siendo todo esto motivo de encuentro y fiesta religiosa y familiar.
Es necesario asumir cómo alimentar este lugar teológico en pro de profundizar la fe de nuestro pueblo y su crecimiento personal, desde una mayor reflexión y proyección teológico-pastoral del culto. Esto logrará una gran vitalidad, que posibilite la continuidad de esta bella tradición religiosa, cortejada por un gran simbolismo religioso, lleno de significado que debemos ayudar a mantener, profundizar y transformar desde las prácticas de la piedad popular que le rodea.
Experiencias
La piedad popular es una expresión que ha emigrado de los pueblos a las ciudades y en ellas las zonas populares. Pedro Trigo, indica que “el habitante de los barrios es el sujeto histórico que, con su irrupción, abre una época nueva y es portador de una cultura mestiza en la que se incuban las formas a través de las que pugna por expresarse la religión del pueblo”.
Otro ejemplo lo tenemos en Europa en tierra andaluz (España), donde la religiosidad popular ofrece muchos medios de diferenciación de la uniformidad. J. Estrada nos indica que “la simbología religiosa juega así un papel cultural esencial, lo que explica que los nuevos barrios creados en las ciudades andaluzas lleven a la creación de nuevas cofradías y hermandades, cuyos pasos e imágenes sirven de factor de identidad colectiva y de cohesión a las poblaciones de estas barriadas de nuevo cuño”.
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Magisterio
Aparecida nos recuerda en su nº 371 que se “debe potenciar el servicio evangelizador de los agentes apostólicos y los nuevos misioneros de la religión popular”. Asimismo, Puebla en el nº 462 lo recordaba, al decir que es prioridad dinamizar los movimientos apostólicos, las parroquias, las CEB para que sean fermento en la masa. Es necesario revisar las espiritualidades y actitudes de las elites frente a la religiosidad popular. Por su parte, Medellín también lo recordaba al decir que es necesario desarrollar una mística de servicio evangelizador de la religión del pueblo: aquilatar no eliminar, acompañar no criticar, formar no señalar… de esta manera estaremos profundizando un lugar teológico donde Dios habla al hombre de hoy.
Pensamiento
Ahora es un momento para reflexionar: ¿Cómo podemos crear medios formativos que eduquen en el servicio de la fe para fomentar el aquilatamiento de la piedad popular? Todos debemos hacernos un examen de conciencia para reconocer, acompañar, purificar y potenciar las renovadas expresiones de piedad popular en nuestras comunidades.
“La espiritualidad popular sigue siendo una poderosa confesión del Dios vivo que actúa en la historia y un canal de trasmisión de la fe” (Aparecida 264). En ella, debemos recrear una pastoral misionera como canal de comunicación de la fe. Es necesario cambiar los términos: “misión al pueblo” a un “pueblo en misión”. Todos somos protagonistas de la misión, y sobre todo la que tiene que ver con la piedad popular.
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Pbro. Jhonny Zambrano