Predicar el mensaje de Dios; arrepentirnos y convertirnos, siguiendo el camino que el Señor nos indica, son signos de que “el momento es apremiante” (1Cor 7,29) y por tanto, es nuestro deber seguir caminando en nombre de Dios, aquí y ahora, en cada instante y en cada lugar, de manera particular hoy, domingo de la Palabra. Ello implica ser decididos al anunciar el Evangelio y denunciar aquello que nos aleja de Dios, aquello que no nos hace discípulos de Jesús y que nos convierte en cómplices de las acciones del maligno.
CREER Y VIVIR EL EVANGELIO
► La vida cristiana está radicada en el amor a Dios y la fe que tenemos en Él. La situación actual que vivimos con la pandemia, con la crisis mundial y tantos problemas existentes, nos ofrece la oportunidad de ser discípulos del Maestro del amor y por ende, predicar lo que desea el Señor del hombre de hoy: “Vengan conmigo y les haré pescadores de hombres; crean en el Evangelio” (Mc 1,19). ¿Será posible seguir los pasos de Cristo en medio de la necedad y la indiferencia que tantas veces se presenta?
► La llamada de Señor a aquellos pescadores es la misma que hace a todos nosotros. Una llamada que se realiza en medio de las dificultades que vivimos y experimentamos, en el ámbito de una crisis que pareciera no tener vía de salida. Sin embargo, nuestra actitud es y debe ser de convicción: es necesario seguir sin doblez y con valentía a Jesús, quien nos invita a caminar junto a Él como el único camino que nos salva, siendo profetas en la actualidad, sin miedo y sin temor, sabiendo que la Palabra de Dios y las acciones concretas a favor de su Pueblo, son garantía de la unidad que realmente debemos vivir.
► El mensaje de Cristo implica, ante todo, una respuesta, ya que se nos invita a convertirnos, a desear mejorar en todo y a ser verdaderos seguidores del Maestro del amor. En segundo lugar, la conversión que nos hace cambiar de vida, nos lleva a creer más en el Evangelio y a entender, en tercer lugar, que somos los responsables de transmitir esa palabra. Es una buena noticia que tenemos en nuestras manos para extenderla con convicción, con fe y esperanza, buscando siempre la manera de estar de la mano con Dios, con el prójimo y con el deseo real y verdadero de ayudarse siempre más.
► Encontrar al Mesías y sentir la fuerza de su invitación es la llamada que nos debe mover a evangelizar, y dicho mensaje debe ser llevado a todos sin excepción y con decisión. Es posible seguir a Jesucristo, es posible adherirnos a su vida, es posible orar con el Él y por Él, es posible ser discípulos de Jesús y dar testimonio de ello. Basta creer, decidirse, ir y predicar. Hagamos vida la invitación de Jesús, no tengamos miedo de seguirlo pues en Él tenemos la fuerza que nos ayuda a ser verdaderos discípulos del Evangelio, y con ello, en medio del pueblo, podremos saciar los vacios que dejan las inertes acciones de quienes ostentan ser “salvadores”, creyendo poder callar a quienes seguimos a Jesús, único y verdadero camino.
María nos invita a seguir a su hijo
► Acerquémonos a Jesús a través de María nuestra madre del cielo. Ella nos guía por sendas de paz y de bondad y nos llama a seguir a su Hijo: “hagan lo que Él les diga” (Jn 2, 5). Dispongámonos a seguir a Jesús, seamos sinceros con Dios y con nosotros mismos, dejemos el miedo y esforcémonos cada día por seguir el camino que nos lleva a la paz. Aunque muchos digan luchar por la paz y busquen otros fines, continuemos con nuestro ideal: en el nombre de Dios, como sus discípulos y sus testigos, unámonos a Él, en espíritu y verdad, con adhesión total y sin exclusión alguna. Así sea.
Pbro. José Lucio León