En eucaristía solemne celebrada en la iglesia San Judas Tadeo, el pueblo de Dios junto al presbiterio celebraron las bodas de plata sacerdotales del presbítero Enmanuel Pernía y de la llegada de Monseñor Mario Moronta como obispo de la Diócesis de San Cristóbal.
La acción de gracias presidida por el presbítero Enmanuel Pernía se realizó este martes con la participación del obispo diocesano Monseñor Mario Moronta, el obispo auxiliar Juan Alberto Ayala, Monseñor Luis Alfonso Márquez y un nutrido grupo de sacerdotes de la Iglesia local.
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Monseñor Moronta dirigió la homilía, señalando que en cada sacerdote se ha dado la atracción, la invitación a configurarse al Sumo y Eterno Sacerdote, Cristo, para proclamar el evangelio y guiar al pueblo de Dios.
“Damos gracias a Dios por Enmanuel y su ministerio e invitamos a su feligresía a cooperar con él para que con su trabajo y su testimonio, muchos descubran la vocación y el llamado a la vida sacerdotal” expresó el Obispo.
Explicó que, cuando los sacerdotes a través de su ejercicio ministerial muestran el rostro de Cristo, ciertamente ayudan a despertar las vocaciones. En este sentido, felicitó al Padre Enmanuel, augurándole perseverar en una vida religiosa fructífera: “Que tu vida siga siendo un ejemplo de atracción a la vida cristiana y sacerdotal, actuando siempre en nombre de Dios”.
Al referirse al aniversario de su llegada como obispo de la Diócesis del Táchira ratificó que siempre ha estado feliz de estar en el Táchira y agradeció a los fieles por acompañarle en este camino episcopal.
Por su parte, el padre Enmanuel García agradeció a su familia, maestros y amigos, la cercanía y el rol que cada uno de ellos desempeñó para que hallara y cristalizara su vocación. Se refirió a su paso por el Seminario indicando que fue todo un regalo.
Respondiendo a un cuestionario que él mismo se planteó por su aniversario sacerdotal, expresó que sigue siendo sacerdote “porque no he encontrado otro camino que me haga feliz. Pido otros 25 años para devolverle al Señor tanto que me ha dado”.
Mencionó algunas de las experiencias significativas a lo largo de 25 años, entre ellas su vinculación con la causa de beatificación de la Sierva de Dios Medarda Piñero. Indicó que con ella descubrió que “Táchira es un pueblo de santos”. Añadió que “de ella se me quedó el mijitico”, término que le caracteriza.
Sobre su experiencia como sacerdote de la Diócesis de San Cristóbal, dijo que está marcada por la convicción de que la misión sacerdotal, es compartida o no es nada. En este sentido resaltó la guía de Monseñor Moronta por su ejemplo de fraternidad y de sinodalidad.
Al finalizar sus palabras encomendó de nuevo su ministerio “A tu manera Señor, no a la mía, porque con Dios todo, sin él nada!”.
Ana Leticia Zambrano