A sus 97 años el presbítero Oswaldo García, mejor conocido como el padre Capocho, se mantiene feliz y con sus recuerdos intactos acerca del por qué se ordenó sacerdote y cómo con su decisión cumplió el proyecto de Dios en él.
El 25 de octubre de 1953, recuerda el padre, se ordenó como sacerdote y desde ese instante se integró en cuerpo y alma al trabajo por la construcción del reino de Dios en la tierra, siempre bajo la base sólida de amor al prójimo y trabajo evangelizador en todo lugar.
“Somos un misión de Dios (…) nadie vino al mundo por casualidad (…) yo soy una misión de Dios para hacer conocer a Jesús y para edificar con Jesús en la tierra lo que él vino a hacer el reino de Dios y su justicia”.
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Reitera su entrega a Dios y asume que el compromiso aún persiste, de allí que desde su oratorio todos los días se inclina ante el Señor y pide por todo y por todos.
“Si me preguntan qué ha hecho usted en 71 años yo contesto que he podido cumplir la misión de Dios, he luchado por cumplir la misión de Dios que fue colaborar con Jesucristo para junto con él construir el reino de justicia, de amor, de paz”.
Felicidad
El padre expresa que desde siempre el slogan de su vida ha sido: “Enséñame Señor a hacer tu voluntad”, con estas palabras ha regido su vida, la cual, ya con tantas décadas vividas la resume en armonía, tranquilidad y felicidad.
“Estoy muy feliz, la persona más feliz del mundo es aquella que ha cumplido la misión que el señor le ofreció y yo a los 97 años de edad me siento feliz porque la persona más feliz del mundo es llegar a viejo puede decir como dijo Jesús clavado en la cruz: Se ha cumplido el proyecto de Dios conmigo”.
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Se aferra a sus convicciones pero está convencido que su tiempo es limitado y que se mantiene por obra del Señor que aún le tiene tareas que cumplir, las cuales seguirá ejecutando como lo decidió el mismo instante que comenzó a usar una sotana y a identificarte como un servidor de Dios.
“Ahora lo que espero es que me llame en cualquier momento (…) con frecuencia me han puesto la unción de los enfermos que ya me da hasta vergüenza no morirme (…) ya es mucha la gente que espera y no me muero y por no me muero es porque Dios ha querido que yo siga aquí en este mundo cumpliendo una misión”.
Llamado
Pese a que en un principio, asevera el Padre, el temor de la ordenación fue un tema que lo colocó en ciertas etapas duras de su vida, aclara que Dios tiene maneras muy especiales de pedirle a cada uno el cumplimiento de su misión.
“A mí no me interesaba saber mucha teología o filosofía, a mí lo que me interesaba era ser discípulo de Jesús (…) yo tenía miedo de ordenarme sacerdote pero el señor me llamó a ser sacerdote y aquí estoy”.
Su actitud ante la vida siempre está bajo la tutela del Señor, a sus 97 años el Padre Capocho mantiene su posición aguerrida ante situaciones que estaban lejos de Dios, no duda en decirlo y se mantiene firme con cada argumento.
“Yo me ordene para construir el reino de Dios no para una institución llamada iglesia (…) no buscar privilegios (…) nunca he buscado honores, ni privilegios, ni nada (…) he renunciado a todos los honores (…) mi manera de ser es ser esclavo del Señor, es servidor del Señor, es ser el último del Señor”.
Carlos A. Ramírez B.