La Navidad comienza el 25 de diciembre. Las tradiciones y celebraciones en las cuales participamos los cristianos antes de esa fecha constituyen otro momento eclesial: el Adviento. En él se inicia el año calendario litúrgico y a la vez constituye una maravillosa ocasión de reflexión y preparación espiritual.
El padre Yorman Carrillo, párroco de la iglesia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, El Santuario, ofrece una puntual catequesis sobre el significado de este tiempo y cómo se puede aprovechar para crecer espiritualmente.
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“La Iglesia nos ofrece cada año una oportunidad de comenzar de nuevo. Esta temporada, que precede a la Navidad, nos anima a renovar nuestra fe en la venida del Señor, corregir nuestros errores, enmendar nuestras faltas y disponernos tanto para las continuas y sutiles venidas del Señor a nuestra vida como para su retorno glorioso al final de los tiempos”, señala el Padre Yorman.
Explica que la palabra «Adviento» proviene del latín Adventus, que significa «venida». En el contexto cristiano, se refiere a la espera expectante de Jesucristo. Las raíces de esta celebración se encuentran en las antiguas profecías bíblicas que anunciaban la llegada del Mesías. Los profetas, especialmente el profeta Isaías, inspirados por el Espíritu Santo, describieron con vívidos detalles el nacimiento, vida, muerte y resurrección del Salvador.
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Con base en lo anterior, se puede decir que en el Adviento se hace memoria de tres momentos:
Pasado: el acontecimiento del nacimiento de Jesús en Belén
Presente: permanecer cercanos a Jesús cada día.
Futuro: prepararse y esperar la segunda venida de Cristo, en la llamada “Parusía”.
El color que distingue este tiempo litúrgico es el morado, que evoca la penitencia, es decir el arrepentimiento y disposición a la conversión. El tercer domingo, llamado de Gaudete, o de la alegría, el sacerdote utiliza una casulla de color rosado.
Tres actitudes
El padre Yorman continúa diciendo que la santa madre Iglesia Católica, a través de su magisterio, nos ofrece una rica enseñanza sobre el Adviento. “Nos recuerda que es un tiempo de gracia en el que estamos llamados a renovar nuestro compromiso bautismal, fortalecer nuestra esperanza en la salvación y prepararnos para recibir al Señor en nuestros corazones, reconociendo su presencia en los hermanos, especialmente en los pobres y vulnerados”.
En el Adviento los cristianos estamos invitados a perseverar en tres actitudes:
– Esperanza: esperamos la venida del Señor, tanto en su nacimiento como en su segunda venida gloriosa. Esta espera no es pasiva, sino activa. Implica un compromiso personal de seguir a Cristo y de construir su Reino en el mundo.
– Conversión: el Adviento es un tiempo de penitencia porquesomos invitados a examinar nuestra conciencia, arrepentirnos de nuestros pecados y renovar nuestro compromiso con Dios. La conversión es un proceso continuo que nos lleva a una vida más auténtica y plena en Cristo.
– Alegría: la alegría del Adviento surge de la esperanza en la venida del Señor y de la certeza de que Él nos salvará.
¿Cómo vivirlo?
El párroco de la iglesia El Santuario resalta el llamado que presenta este tiempo litúrgico y las acciones concretas a las que podemos recurrir para vivirlo:
- Oración: dedicar tiempo cada día a la oración personal y comunitaria. La oración es el alimento del alma y nos ayuda a profundizar nuestra relación con Dios.
- Lectura de la Biblia: leer los textos bíblicos del Adviento, seguir la liturgia propia del tiempo. Estos textos nos revelan el misterio de la salvación y nos inspiran a vivir una vida más cristiana.
- Ayuno y abstinencia: practicar el ayuno y la abstinencia como signos de penitencia y conversión. Estas prácticas nos ayudan a desprendernos de lo material y centrarnos en lo esencial.
- Obras de misericordia: realizar obras de misericordia corporales y espirituales. Ayudar a los necesitados es una forma concreta de manifestar nuestro amor a Dios y al prójimo.
- Participación en la eucaristía: asistir a la misa dominical y otras celebraciones litúrgicas. También podemos enriquecer la vida espiritual con maravillosos elementos de la piedad popular como novenas, villancicos y pesebres.
El sacerdote finaliza con la bendición, pidiendo que este Adviento sea para todos nosotros un tiempo de gracia y renovación espiritual. Así sea.
Ana Leticia Zambrano