Al reflexionar sobre la gracia y la oportunidad que representa para los cristianos en el Jubileo 2025, de obtener la indulgencia plenaria, el presbítero Luis Toro, párroco de la iglesia Inmaculada Concepción en La Florida, municipio Cárdenas del estado Táchira, recordó que Cristo dio a los apóstoles y en adelante a los sacerdotes el don para que, en su nombre, escuchen a los hombres y les perdonen sus pecados.
“Allí es donde la Iglesia manifiesta que estamos en el jubileo de la esperanza y que esperamos que se cumpla la palabra de Dios. Nosotros tenemos fe porque creemos en Dios, y esperanza porque sabemos que lo que Él dice, se cumple. Él les dio (a los sacerdotes) la potestad para perdonar los pecados en su nombre”.
Lea también: El camino de dos se hace con Esperanza: celebraron el día del amor y la amistad
El sacramento de la reconciliación es una condición fundamental para recibir la indulgencia durante el Jubileo, y por ello, el padre Luis Toro aconseja hacer el examen de conciencia atendiendo a lo señalado en la Palabra de Dios para evitar caer en errores por relativizar las acciones que no agradan a Dios.
En este sentido, enumeró los pasajes que pueden orientar el examen de conciencia: Mateo (capítulos 5 al 13); Colosenses, (3,5 en adelante); Efesios (5,5 en adelante); Romanos (6,9 en adelante); Gálatas (5,19 en adelante); Primera carta a Timoteo (1,8 en adelante) y Segunda Carta a Timoteo (3,1 en adelante).

En atención a esta orientación, se presentan fragmentos de estos pasajes de la Sagrada Escritura:
Mateo
El capítulo 5 del evangelio de Mateo inicia con el sermón de las bienaventuranzas y en adelante, destaca que el Señor ratifica la vigencia y cumplimiento de la Palabra de Dios, destacando que Él vino a perfeccionarla. El examen de conciencia a partir de este evangelio invita a preguntarse sobre la actitud hacia Dios y hacia los hermanos:
- “Yo les digo que cualquiera que se enoje contra su hermano comete delito (…) Por eso, cuando presentes una ofrenda al altar (…) anda primero a hacer las paces con tu hermano” (Mt 5, 22, 23)
- “No juren nunca, ni por el cielo, porque es el trono de Dios, ni por la tierra, que es la tarima de sus pies” (Mt 5, 34,35)
- “Ustedes saben que se dijo: Ama a tu prójimo y guarda rencor a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y recen por sus perseguidores. Así serán hijos de su Padre que está en los cielos” (Mt 5, 44, 45).
- “Queda bien claro que si ustedes perdonan las ofensas de los hombres, también el Padre celestial los perdonará. En cambio, si no perdonan las ofensas de los hombres, tampoco el Padre los perdonará a ustedes ( (Mt 6, 14,15)
- “Ustedes no pueden servir al mismo tiempo a Dios y al dinero” (Mt 6, 24)
- “No juzguen y no serán juzgados y con la medida con que midan los medirán a ustedes ¿Por qué ves la pelusa en el ojo de tu hermano y no ves la viga en el tuyo” (Mt 7, 1-3)
- “Entonces, todo lo que ustedes desearían de los demás, háganlo con ellos: ahí tienen toda la Biblia” (Mt 7, 12)
- “No es el que me dice ¡Señor! ¡Señor! el que entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre del Cielo” (Mt 7, 21)
Colosenses
- “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; (…) Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, (…) Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. (Col 3, 5, 8-9, 12-13)
Efesios
- Sépanlo bien: ni los corrompidos, ni los explotadores, que sirven al dios Dinero tendrán parte en el reino de Cristo y de Dios. (…) En otro tiempo ustedes eran tinieblas, pero en el presente son luz en el Señor. Pórtense como hijos de la luz: los frutos de la luz son la bondad, la justicia y la verdad bajo todas sus formas” (Ef 5, 5,8)
Romanos
- “Así también ustedes considérense muertos para el pecado y vivan para Dios en Cristo Jesús” (Rm, 6, 9)
Gálatas
- “Es fácil ver lo que viene de la carne: libertad sexual, impurezas y desvergüenzas, culto de ídolos y magia, odios, celos y violencias, furores, divisiones, ambiciones, sectarismo, desavenencias y envidias, borracheras, orgías y cosas semejantes. Les vuelvo a declarar lo que ya les he dicho: los que hacen estas cosas no heredarán el Reino de Dios. (Gálatas 6, 19-21)
Timoteo
- “Has de saber que en los últimos días habrá momentos difíciles. En efecto, los hombres serán egoístas, amantes del dinero, farsantes, orgullosos, chismosos, rebeldes con sus padres, ingratos, sin respeto a la religión. No tendrán cariño ni sabrán perdonar, serán calumniadores, desenfrenados, crueles, enemigos del bien” (2 Tim, 3,1-4).
Confesión
Luego del examen de conciencia, debe hacer un verdadero arrepentimiento por las faltas cometidas y acudir al confesor, no con miedo, sino con la esperanza de que Dios siempre perdona y espera el retorno para el bien de sus hijos.
Penitencia
¿Por qué la Iglesia manda una penitencia? Sobre este aspecto, el Padre Luis Toro aclara que la penitencia no resarce los pecados. La penitencia es una oración o una acción para dar gracias a Dios por su misericordia, por haber concedido el perdón.
“Si la persona se arrepiente sinceramente, recibe el perdón de Dios. Esto es lo que la Iglesia enseña, y que en este año jubilar es motivo de esperanza. Si hay una sincera confesión y participación en la Eucaristía que es el centro y culmen de la vida cristiana, se recibe la Indulgencia Plenaria”, puntualizó el sacerdote.

A modo de conclusión, el numeral 1465 del Catecismo de la Iglesia Católica resume la labor del sacerdote y la oportunidad de gracia que representa el sacramento de la reconciliación:
“Cuando celebra el sacramento de la Penitencia, el sacerdote ejerce el ministerio del Buen Pastor que busca la oveja perdida, el del Buen Samaritano que cura las heridas, del Padre que espera al hijo pródigo y lo acoge a su vuelta, del justo Juez que no hace acepción de personas y cuyo juicio es a la vez justo y misericordioso. En una palabra, el sacerdote es el signo y el instrumento del amor misericordioso de Dios con el pecador”.
Ana Leticia Zambrano