Con ocasión de conmemorar el aniversario 150 de la declaración de San José como patrono de la Iglesia universal, a través de la Carta apostólica: Patris corde (corazón de padre), el papa Francisco proclamó el 2021 como el año litúrgico en honor de San José, dando inicio al homenaje el 8 de diciembre del 2020, hasta el 8 de diciembre 2021.
Un año en el que no sólo se invitó a tomar el ejemplo de José como modelo de vida cristiana, sino que además sirvió para renovar, para devolver la importancia a este personaje importante de la Historia de la Salvación, y aunque importante, supo ser siempre el hombre del “silencio operante”.
Lea también: Catequesis del Papa: Simeón y Ana “peregrinos de la esperanza”
Permítanme titular así a San José, hombre del “silencio operante” este título es fruto de una tarde de reflexión. Bien recuerdo que dentro del Año especial de San José fui invitado a dar una charla sobre el Santo, y mientras preparaba en la oración este encuentro vino a mi mente este título, que creo resume muy bien la acción de José. Dios le encomendó tareas grandísimas e importantes, pero nunca hizo alarde de ello. En ninguno de los Evangelios encontramos palabra alguna de José, pero sí acciones y actitudes, todas ellas las realizó como el hombre del “silencio operante”.
Las acciones y actitudes de San José revelan a un hombre que se fió por completo a la acción providente de Dios y encontraba en la Voluntad Divina su alegría. Aunque le costó, recibió por esposa a María, quien daría a luz no a su hijo, sino al Hijo de Dios (Mt 1,19).
Aunque extrañado, aceptó la voz del ángel como voluntad divina y obedeció (Mt 1, 20-23). Aunque cansado, no paró hasta conseguir un lugar para que su esposa diera a luz (Mt 1, 6-7). Aunque temeroso, salió a Egipto para salvar la vida de su Hijo adoptivo (Mt 2, 13-14). Todas estas actitudes las realizó en obediencia a Dios, ante ninguna de ellas se negó u opinó, siempre se mostró como el hombre del “silencio operante”.
Le puede interesante: El Papa ha pasado una noche tranquila y está descansando
Detener la mirada en este año especial que el Papa Francisco proclamó en honor a San José, es encontrarnos con abundantes frutos, pues la Iglesia supo aprovechar no sólo el tiempo, sino la figura, el personaje propuesto.
Fueron muchas conferencias y charlas las que surgieron sobre aquel de quien poco se hablaba; fueron no pocos los libros, revistas y artículos que se escribieron sobre aquel que para muchos sólo parecía ser un personaje de relleno; fueron innumerables las muestras de piedad y amor que se manifestaron para aquel que muchas veces pasaba por desapercibido. Todo esto nos lleva a pensar que fue un año, no sólo para volver la mirada a San José, que ciertamente se hizo, sino que además fue un año en el que, si bien nos dimos cuenta, Dios se revela en los humildes y a los humildes, en y a aquellos que son felices teniéndolo únicamente a Él en el corazón, así como se reveló en y a San José, el hombre del “silencio operante”.
Al poner la mirada en el glorioso Patriarca San José, debemos sentirnos alegres y agradecidos, pues podemos contemplar, gozar y seguir la ejemplar vida del casto varón, que, a pesar de no comprender todo lo que le sucedía, de lo que vendría después, y mucho menos consciente del bien que su acción obediente causaría, se entregó por completo a la voluntad de Dios.
Que nosotros, fieles cristianos, centrando la mirada en este personaje, aprendamos a vivir con alegría y prontitud la obediencia, a practicar con total desprendimiento la caridad y a manifestar con valentía y creatividad la fe. Que nuestra vida se vea animada y fortalecida por el testimonio del hombre del “silencio operante”.
Smta. Carlos Peña