San Juan de Dios nació en Montemayor, Portugal, el 8 de marzo de 1495, a la edad de 8 años abandonó su hogar para seguir a un sacerdote, este acontecimiento dejaba en evidencia una vocación que iría consolidando con el transcurrir del tiempo. Su nombre original fue João Cidade Duarte, pero en su ir y venir fue conocido en el mundo como “Juan de los enfermos”.
“Sus inicios fueron intermitentes y hasta los 27 años vivió con una familia de pastores; posteriormente se unió al ejército (…) Mientras tuvo dinero, viajó por todo el continente europeo, incluso tocando África, hasta que regresó a España y se estableció en Granada donde abrió una librería (…) pronto se enamoró de los libros y los consideró también un subsidio para la oración y la fe, especialmente los que tenían imágenes sagradas”.
Lea también: Mons. Ayala: José Gregorio Hernández fue un laico que supo conjugar la profesión y la catolicidad
La vocación se renovó cuando escuchó a Juan de Ávila en uno de sus sermones, tan profundas fueron esas palabras que sintió una energía que recorría todo su cuerpo. Esta sensación promovió dentro de su ser la idea de ayuda al prójimo y recorrió calles enteras para recabar recursos para los pobres y necesitados utilizando como mecanismo eficiente su fórmula de tres palabras: “Hagan bien hermanos”, una frase que promovía que el bien que se deba, regresaba.
Sus métodos no eran los más ortodoxos y cada día eran más arriesgados, razón por la cual, en la búsqueda de su protección fue detenido e internado en un manicomio, donde observó y sintió en carne propia las torturas y los tratamientos inhumanos con los cuales eran tratados los pacientes que allí permanecían.

“Al final de su experiencia Juan se fue con el obispo y ante él se comprometió a trabajar y vivir en favor de los que sufrían enfermedades y abandonos y a acoger en su comunidad a todos aquellos que hubiesen querido imitar su opción preferencial por los enfermos y abandonados. La Providencia le concedió dos hermanos: los tres llevaban un pobre hábito con la cruz y en 1540 fundaron el primer núcleo de la Congregación de los Hermanos de la Misericordia”.
Su intensidad en cada accionar no dejó que aspirara poco y fue allí que entendió que los enfermos no solo se debían tratar con medicina, sino que además era necesario que fueran escuchados y protegidos. Ante esta situación, con las dificultades que siempre estuvieron presentes, fundó su primer hospital que pronto se sumaría a otro donde atendía a huérfanos, desempleados y prostitutas.
Le puede interesar: Monseñor Lisandro Rivas: Cuaresma es un tiempo de gracia para retornar la mirada al crucificado
“Juan murió a la edad de 55 años en 1550: mientras estaba rezando, arrodillado, sosteniendo un crucifijo. No dejó ninguna regla escrita, pero ya su obra de caridad estaba en marcha y sus cohermanos seguirán inspirándose en él. Cuarenta y cinco años después, sus enseñanzas serán codificadas en la Regla relativa a la nueva Orden Hospitalaria de san Juan de Dios, también conocida con aquella expresión muy suya de Fatebenefratelli”.
Fue canonizado en 1609 y posteriormente proclamado Patrono de los enfermos y de los hospitales.
Oración
¡Glorioso San Juan de Dios, caritativo protector de los enfermos y desvalidos!
Mientras vivisteis en la tierra no hubo quien se apartase de vos desconsolado: el pobre halló amparo y refugio; los afligidos consuelo y alegría; confianza los desesperados y alivio en sus penas y dolores todos los enfermos.
Si tan copiosos fueron los frutos de vuestra caridad estando aún en el mundo, ¿qué no podremos esperar de vos ahora que vivís íntimamente unido a Dios en el Cielo?
Animados con este pensamiento, esperamos nos alcancéis del Señor la gracia de… si es para mayor gloria de Dios y bien de nuestras almas.
Amén.
Carlos A. Ramirez B.