Santo Domingo Savio nació en Chieri, Italia, el 2 de abril de 1842, fue el hijo mayor de cinco hermanos que nacieron de la unión de su padre Ángel Savio, un mecánico pobre y Brígida, un ama de casa que colaboraba con su numerosa familia con un servicio de costura que ofrecía a sus vecinos.
Su vocación estuvo inmersa en su continua colaboración en el desarrollo de la misa como un ayudante dispuesto para todas las tareas necesarias. Tanta era su fe que al llegar a la iglesia a primeras horas de la mañana siempre encontraba las puertas cerradas, en su tiempo de espera permanecía de rodillas en completa oración hasta que se disponía a comenzar con las jornadas eclesiales.
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Su corta edad no le impidió proferir su deseo de ser sacerdote, acción que iba cristalizando cuando se presentó ante San Juan Bosco para ser partícipe de una jornada de preparación que preveía la atención y ayuda a los niños abandonados de Turín.
“En su llegada al Oratorio, Domingo impidió que dos chicos se pelearan y se atacaran con piedras con la ayuda de un crucifijo, mientras les dijo un frase que los dejó congelados, puesto que los hizo reflexionar sobre Jesús y lo que sacrificó para perdonar a la humanidad: Antes de empezar, mirad a Cristo y decid: “Jesucristo, que era inocente, murió perdonando a sus verdugos; yo soy un pecador y voy a ofender a Cristo tratando de vengarme deliberadamente”.
Con solo tres años de preparación Santo Domingo, comenzó a padecer de enfermedades ante su débil salud. Por lo que se recomendó que se fuera a su pueblo a recuperarse. Cuando el joven santo se despidió de todos, los comentarios giraban en torno a la tristeza de San Juan Don Bosco que veía con resignación una despedida a un joven entregado y lleno de santidad.
“Domingo Savio estaba preparado para partir hacia la eternidad. Los médicos y especialistas que San Juan Bosco contrató para que lo examinaran comentaban: El alma de este muchacho tiene unos deseos tan grandes de irse a donde Dios, que el débil cuerpo ya no es capaz de contenerla más. Este jovencito muere de amor, de amor a Dios». Y así fue, el 9 de marzo de 1857, cuando estaba para cumplir los 15 años, y cursaba el grado 8º. De bachillerato, Domingo, después de confesarse y comulgar y recibir la Unción de los enfermos, sintió que se iba hacia la eternidad”.
Pío XII lo proclamó santo el 12 de junio de 1954.
Oración
Amado Santo Domingo, tú entregaste tu corta vida totalmente por el amor a Jesús y a su Madre. Ayuda hoy a la juventud para que se dé cuenta de la importancia de Dios en su vida.
Tú que llegaste a ser santo a través de la participación fervorosa de los sacramentos, ilumina a padres y niños en la importancia de la frecuencia en la confesión y santa comunión.
Tú que a una temprana edad meditaste los sufrimientos de la Pasión de Nuestro Señor, intercede para nosotros la gracia de un ferviente deseo de sufrir por amor a Él.
Necesitamos desesperadamente tu intercesión para proteger a los niños de hoy de los engaños de este mundo. Vigila sobre ellos y condúcelos por el camino estrecho hacia el Cielo.
Pide a Dios que nos dé la gracia para santificar nuestras obligaciones diarias llevándolas a cabo de manera perfecta por amor a Él. Y recuérdanos la necesidad de practicar la virtud sobre todo en los tiempos de prueba y tribulación.
Santo Domingo Savio, tú que supiste preservar el corazón en la inocencia bautismal, ruega por nosotros.
Carlos A. Ramírez B.