En un antiquísimo ícono griego, su autor místico, nos transmite una escena que tiene que ver con la unidad de la Iglesia, conducida por el amor. Ello coincide con la propuesta pastoral del Papa León XIV. Al celebrar en este domingo 29 de junio de 2025, nos permite centrar la importancia de la conmemoración que hoy hace la Iglesia de ambos, en particular de Pedro. Es hábito desde hace varios años que se conmemore hoy el día del Papa y se pida la contribución del Óbolo de San Pedro.
Los dos muestran la unidad y el amor. Sin embargo, podemos acudir a los textos neotestamentarios y vamos a ver cómo Pablo privilegia la idea de la unidad y Juan la del amor. Cada uno con su temperamento, de todos modos conjugan ambas posturas para mostrar que la Iglesia es una por ser cuerpo, unido precisamente por el amor.
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A pesar de un momento de debilidad cuando Pedro niega a Jesús, este Apóstol reafirma su amor al Señor hasta el extremo. Por amor acepta la llamada a formar parte del grupo íntimo de discípulos y es capaz de confesar que Jesús es el Hijo del Dios vivo. Por ese amor, se muestra dispuesto a ser piedra que une y no muro divisorio. Al final del evangelio de Juan hay una confesión de amor: “Tú lo sabes todo, sabes que te amo”
Pablo sabe amar a Cristo en quien ha puesto su confianza total, hasta ser ejemplo de amor para los suyos, tanto que nos invita a todos a experimentar ese amor en una total identificación con Jesús: “Ya no soy yo quien vive en mí, sino Cristo”. Desde esta vivencia Pablo se convierte en el receptor de la Tradición de la comunión para hacerla vivir entre los creyentes. Es cuando nos enseña que la Iglesia es un cuerpo, con diversos miembros; pero una sola
Ambos apóstoles tienen serias diferencias en algunos momentos, pero son capaces de superarlas en pro de la Unidad y por amor, como bien lo supo plasmar el ícono ya mencionado. Hubo más que diálogo, significado en el abrazo presentado en el ícono. Para nosotros es hoy un ejemplo y un desafío. En un mundo tan dividido y lleno de anti-valores, los creyentes no pueden darse el lujo de dejarse llevar por los criterios del mundo y del demonio: la indiferencia, el desamor, la mediocridad y la desunión.
Al iniciar su ministerio como sucesor de Pedro, León XIV ha pedido esas dos cosas a la Iglesia: el amor y la unidad. Con ello, se podrá cumplir la auténtica misión de la Iglesia en los actuales momentos de la historia. Estamos siendo invitados a realizar esa unidad en la verdad y en el amor.
Al celebrar hoy también el día del Papa no dejemos de orar por Él. Y, tampoco olvidemos de consignar en nuestras comunidades el Óbolo o donación GENEROSA, con lo cual apoyamos las obras propias del Papa.
Mons. Mario Moronta Obispo emérito de la Diócesis de San Cristóbal