El Día del Niño, más allá de ser una fecha para celebrar a los pequeños, nos invita a una profunda reflexión a través de las palabras de Jesús: «Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de los cielos es de quienes son como ellos». Este pasaje subraya la importancia de la infancia y nos enseña valiosas lecciones.
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Los niños nos muestran el camino de la sencillez. Su visión del mundo es pura, sin prejuicios ni las complicaciones que los adultos solemos acumular. Jesús nos invita a despojarnos de esas cargas y a acercarnos a Dios y a los demás con un corazón abierto. Además, los niños confían plenamente, ya sea en sus padres o en su entorno. Esta confianza incondicional es la misma que Jesús nos pide tener en Dios, una entrega total sin miedos, sabiendo que estamos en las mejores manos.

Otra cualidad fundamental es su humildad. No buscan reconocimiento ni poder, se asombran con lo más pequeño y están siempre dispuestos a aprender. Jesús nos enseña que, para entrar en el Reino de los Cielos, debemos tener esa humildad, esa capacidad de reconocernos necesitados y de abrirnos a la enseñanza. Son también increíblemente receptivos, con una mente abierta a nuevas ideas y experiencias, sin barreras preconcebidas. Esta receptividad nos invita a ser más flexibles, a escuchar con el corazón y a estar dispuestos a cambiar y crecer.

Finalmente, los niños son un reflejo del amor puro e incondicional. Aman sin esperar nada a cambio, perdonan con facilidad y no guardan rencores. Este amor es la base de nuestras relaciones y la esencia del mensaje evangélico.
En este Día del Niño, el mensaje de Jesús es claro: debemos aprender de los pequeños. Ellos son el espejo que nos muestra las virtudes que nos acercan a Dios y nos permiten vivir una vida más plena y feliz. Nos invita a retomar esas cualidades que quizás hemos perdido con el tiempo: la sencillez, la confianza, la humildad, la receptividad y el amor puro. Al celebrar a los niños, nos celebramos a nosotros mismos en nuestra capacidad de volver a ser como ellos.
Fray Reinaldo Chirinos