El cardenal Luis Antonio Gokim Tagle, Pro-Prefecto del Dicasterio para la
Evangelización, pronunció un discurso en el congreso nacional “Migración,
peregrinación de esperanza” que se está celebrando en la Pontificia
Universidad Urbaniana de Roma.
La migración forzada se está normalizando rápidamente. En este contexto, la
Iglesia está llamada no solo a reaccionar, sino a estar proféticamente presente,
ofreciendo espacios de acogida, promoción humana, caminos de integración y
palabras de esperanza. Así lo afirmó, el martes 21 de octubre, el cardenal Luis
Antonio Gokim Tagle, proprefecto del Dicasterio para la Evangelización y Gran
Canciller de la Pontificia Universidad Urbaniana, en la inauguración de la
conferencia titulada «Migración, una peregrinación de esperanza», que se está
celebrando en la Pontificia Universidad Urbaniana.
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Hasta el jueves 23, teólogos, académicos, líderes religiosos, agentes
pastorales y representantes de comunidades migrantes y refugiadas explorarán
la conexión entre la migración, la teología y los estudios sociales. El objetivo es
ofrecer un espacio de reflexión y diálogo interreligioso abierto a todos,
promoviendo acciones pastorales concretas sobre temas cruciales
relacionados con la migración, como la recepción, la protección, la promoción y
la integración.
Tras el Jubileo de los Migrantes, celebrado el pasado 5 de octubre, «Migración,
una peregrinación de esperanza» representa una oportunidad para considerar
la migración no solo como un problema social de nuestro tiempo, sino como un
camino de esperanza que atraviesa la historia y abre nuevas perspectivas para
la humanidad.
El derecho a permanecer en el país de origen
En su discurso inaugural, el cardenal Tagle recordó que vivimos en una época
en la que el desplazamiento de millones de personas es un signo tangible de
un cambio profundo: guerras y persecuciones que obligan a la gente a huir,
crisis ambientales que destruyen territorios enteros, pobreza estructural que
obliga a las personas a buscar condiciones de vida dignas en otros lugares.
Según Tagle, el fenómeno de la migración «interpela no solo nuestras
conciencias, sino a toda la comunidad cristiana actual, junto con la teología:
¿qué forma debe adoptar la misión hoy? ¿Cómo puede traducirse
concretamente la misión de la Iglesia en un contexto de movilidad constante y
creciente pluralismo cultural y religioso?
La migración, de hecho, no es solo un desafío, sino una oportunidad extraordinaria para renovar el entusiasmo misionero de la Iglesia y vivir el Evangelio del encuentro con mayor autenticidad. Habitualmente», añadió, «pensamos en la misión como ir a lugares distintos del nuestro, y con razón. Pero a través de los migrantes, diferentes partes del mundo se conectan entre sí, ofreciendo nuevos espacios y nuevas formas de entender la misión».
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