El teólogo jesuita Antonio Spadaro en una de sus reflexiones sobre el mundo de la red, nos presenta uno de los mayores desafíos de esta nueva revolución digital, en especial para los que no son “digitales nativos”.
Spadaro nos invita a dejar de ver la red como una realidad paralela, es decir, separada de la vida ordinaria que se hace todos los días, y aprender a ver en ella, un espacio antropológico entretejido por la raíz, con los otros espacios de la vida humana. Es esta la tesis central de nuestra reflexión: el pensamiento digital es, hoy, parte integral de la historia diaria de la persona y un ineludible camino de encuentro.
Extensión y relación
Hoy podemos observar que la tecnología, en vez de obligarnos a salir de nuestro mundo para navegar por el “mundo virtual”, ha introducido la dimensión digital dentro de nuestro mundo ordinario. En este sentido, las plataformas digitales no deben asumirse como puertas de salida, sino como extensiones capaces de enriquecer nuestra capacidad de vivir las relaciones e intercambiar información. Y, de manera especial para la Vicaría Episcopal de Comunicación de la Diócesis de San Cristóbal, se convierten en un medio privilegiado para la evangelización y la formación de las conciencias.
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Hoy podemos observar que la tecnología, en vez de hacernos salir de nuestro mundo para navegar por el mundo virtual, ha introducido el mundo digital dentro de nuestro mundo ordinario. En este sentido, se pueden asumir las plataformas digitales no como puertas de salida, sino como extensiones capaces de enriquecer nuestra capacidad de vivir las relaciones e intercambiar informaciones y de manera especial para la Vicaría Episcopal de Comunicación de la Diócesis de San Cristóbal, un medio para evangelizar desde la formación de las conciencias.
Interpretar
Explicar esta extensión y relación que producen la Red, manifestada en la manera de pensar y actuar, puede ser debido a que el hombre, mediante la tecnología, busca interpretar al mundo, como podemos ver que ha sido en el cine y la fotografía, donde se busca dar una “perspectiva analógica a la realidad”: representaciones que abren nuevos espacios cognitivos de interacción entre el sujeto y el mundo externo y que forma parte del obrar con el que el ser humano ejerce su capacidad de conocimiento, de libertad y de responsabilidad.
Por tanto, el hombre moderno da sentido a su vida y a su mundo a través de su entorno material, signos e imágenes, los cuales no se pueden separar de lo humano. Por lo mismo, no se puede separar el mundo material de las ideas a través de las que los objetos técnicos son concebidos y utilizados, ni de los humanos que los inventan, los producen y se sirven de ellos.
Ejemplificación y respuesta
En base a lo reflexionado hasta ahora, podemos ejemplificar cómo el avión ha hecho comprender el mundo de un modo distinto de como lo hizo el carro con las ruedas; la imprenta nos hizo entender la cultura de un modo distinto. Pero también es verdad que tanto el avión como la imprenta nos han hecho comprender
mejor al hombre.
Por ello, quiero invitar a todo creyente a ver en la tecnología la respuesta del hombre a la llamada de Dios, donde se es capaz de dar forma y transformar la creación y, por tanto, a transformarse él mismo, con la ayuda de instrumentos y procedimientos.
Conclusión
Para concluir, quiero citar lo que dijo san Pablo VI respecto a las tecnologías en 1964: “La ciencia y la tecnología, hermanadas una vez más, nos han ofrecido un prodigio y al mismo tiempo nos has hecho vislumbrar nuevos misterios. Pero lo que nos basta para comprender el significado interno de esta audiencia, es el hecho de observar cómo este modernísimo servicio se pone a disposición de la cultura; cómo el cerebro mecánico viene en ayuda del cerebro espiritual; y cuanto más se expresa éste en el lenguaje que le es propio, que es el del pensamiento, tanto más parece que disfruta aquél por estar bajo sus órdenes. ¿No habéis comenzado a aplicar estos procedimientos al texto de la Biblia latina?
¿Y qué sucede? ¿Supone esto rebajar el texto sagrado a los juegos admirables, pero mecánicos, de la automación como un insignificante texto cualquiera? ¿No sucede más bien, al contrario, que este esfuerzo de infundir en instrumentos mecánicos el reflejo de funciones espirituales se ennoblece y se eleva a un servicio que llega a lo sagrado? ¿Es el espíritu que se hace prisionero de la materia, o es más bien la materia, ya domesticada y obligada a ejecutar las leyes del espíritu, la que ofrece un sublime homenaje al espíritu mismo? ¿No es éste el momento en que nuestros oídos cristianos pueden oír los gemidos de que habla san Pablo (Rom 8,22), de la criatura natural que aspira a un nivel más alto de espiritualidad?”.
Pbro. Jhonny A. Zambrano M.
Vicario Episcopal de Comunicación



