“Creemos en la comunión de todos los fieles cristianos, es decir, de los que peregrinan en la tierra, de los que se purifican después de muertos y de los que gozan de la bienaventuranza celeste, y que todos se unen en una sola Iglesia; y creemos igualmente que en esa comunión está a nuestra disposición el amor misericordioso de Dios y de sus santos, que siempre ofrecen oídos atentos a nuestras oraciones” (San Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, 30).
Esta declaración del San Pablo VI condensa el significado de la conmemoración de la Iglesia Universal del 1 y 2 de noviembre: los santos y los fieles difuntos. El primer día, se honra a todas aquellas almas que están en la presencia de Dios y por ello son santos, aunque no sean canonizados por la Iglesia. Al día siguiente, se recuerda a las almas que se encuentran en el purgatorio, es decir, en un lapso de purificación para llegar también a gloria del Padre.
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Sobre esta conmemoración, el presbítero Jhoswerd Lugo, vicario de la parroquia Nuestra Señora de Los Ángeles, en La Grita, municipio Jáuregui, explicó por qué la Iglesia celebra a los difuntos y el sentido de orar por quienes han terminado su vida terrena. En primer lugar, recuerda que el ser humano siempre se ha preguntado qué pasa después de la muerte.
Al respecto señala que el pueblo de Israel con la imagen del Dios verdadero, ya era consciente de la promesa de ir a un cielo, a una eternidad. Luego, Jesucristo proclama ciertamente la patria celestial, por ejemplo, en el episodio del buen ladrón, cuando en la cruz le dice: “hoy estarás conmigo en el paraíso”.
Estados del alma
El padre Lugo señala que “la Iglesia hace una reflexión, que se declaró como dogma, sobre los tres estados del alma (llamados “novíssimos”) por donde vamos a pasar al final de la vida, al momento de juicio: allí se va a determinar según nuestras obras y nuestra vida de fe, cuál va a ser nuestro lugar”.
Esos estados son el cielo, el infierno y el purgatorio. Los dos primeros “son de tiempo completo o de eternidad” y sobre ellos hay episodios bíblicos que lo demuestran, como la parábola donde Jesús hace la comparación entre Lazaro y un rico. Abraham le dice al rico, que Lázaro, no se podía comunicar porque entre el cielo y el infierno hay un abismo. Allí se demuestran las dos condiciones.

Sin embargo, la Iglesia haciendo su reflexión y según lo que va revelando Dios mismo, reconoce que hay un tercer estado, que se llama el purgatorio, que no es un estado final, sino temporal donde se hace un proceso de purificación.
El catecismo de la Iglesia católica explica en el numeral 1030: “Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo”.
Al respecto el vicario parroquial acota un aspecto esperanzador: del purgatorio se pasa a la vida eterna. Entonces se explica el sentido de conmemorar el día de los difuntos: es la necesidad de que los que estamos vivos, oremos por los hermanos que están en el purgatorio.
“Es importante entender sobre la oración por los difuntos: ninguna persona que está en el purgatorio va a pasar al infierno. Todos los que están en el purgatorio están en un proceso de purificación del tiempo de Dios, que no es un tiempo como el nuestro, para llegar al cielo”.
Eucaristía y oración
El día de los Difuntos se celebra por la misión que tiene la Iglesia de orar por ellos. El padre Lugo señala que no se puede saber si un alma está o no en el cielo, por ello es la necesidad de encomendarlas a la misericordia de Dios.
¿Y si ya están en el cielo? Las oraciones no se pierden. Dios las recibe en favor de las demás almas del purgatorio, que las necesitan para llegar al descanso eterno.
Por ello, el mejor homenaje que se puede hacer a un difunto es la celebración de la eucaristía, señala el vicario parroquial. “San Agustín decía que las lágrimas se secan, las flores se marchitan, más la oración hecha con fe por un hermano difunto, no queda sin recompensa. El mejor homenaje es la eucaristía y la oración”.
Intercesión
¿Por qué se les piden gracias a las almas del purgatorio? Esta expresión de fe tiene una interpretación teológica: cuando se reza por un alma del purgatorio y por esa oración ella alcanza el cielo, entonces puede interceder por la Iglesia peregrina.
“Los favores se reciben de las almas que están llegando al cielo y allí en agradecimiento de las oraciones que hemos hecho por ellas, interceden por nuestras necesidades. Las almas no pueden hacer nada por ellas mismas, nuestras oraciones hacen que lleguen al cielo y cuando están en el cielo son santos, y pueden interceder por nosotros”.
Ana Leticia Zambrano



