En Oriente Medio, la Santa Sede «reitera su apoyo a los dos Estados, Israel y Palestina, para que convivan en paz y seguridad, dentro de fronteras reconocidas internacionalmente». Y lamenta «los ataques contra las instalaciones de la UNRWA», la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo, «incluidas sedes, escuelas y hospitales».
La Santa Sede considera «esencial» la misión de la Agencia e invita a todos los Estados miembros «a renovar y reforzar su apoyo político y financiero». Con estas palabras intervino este jueves 13 de noviembre, el arzobispo Gabriele Caccia, observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, en la cuarta comisión de la 80ª Asamblea General de la ONU, en el punto del orden del día dedicado a la UNRWA.
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El arzobispo subrayó que la Santa Sede está profundamente preocupada por la dramática situación en Oriente Medio y que «la comunidad internacional debe seguir trabajando incansablemente para promover la paz, la estabilidad y la fraternidad para todos los pueblos de la región». Reiteró su apoyo a la solución de dos Estados y afirmó que «solo se puede lograr un progreso auténtico mediante el multilateralismo, el diálogo paciente y la cooperación inclusiva, y no mediante el uso de la fuerza».
La misión de la UNRWA en favor de los refugiados palestinos
En cuanto a la UNRWA, el representante de la Santa Sede recordó que desde hace más de 70 años lleva a cabo la misión que le ha sido encomendada por la ONU en el Líbano, Siria, Jordania y Palestina, continuando con la prestación de ayuda de emergencia y asistencia humanitaria integral en forma de educación, asistencia sanitaria, ayuda alimentaria y servicios sociales.
La Agencia ofrece «esperanza, protección y la posibilidad de una vida digna» a los más vulnerables, los niños, las mujeres y los ancianos. Por lo tanto, la Santa Sede expresa su «dolor» y ofrece sus oraciones «por las numerosas víctimas entre el personal de la UNRWA» que estaban «cumpliendo con su deber». Al mismo tiempo, pide «que se respete el derecho internacional humanitario y se garantice un acceso seguro, continuo y sin obstáculos a la ayuda humanitaria», lo cual es tanto un deber moral como una obligación jurídica.
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