San Virgilio nació en Irlanda, hacia el año 700. Provenía de una familia noble de Irlanda, donde su nombre era Feirgil o Fearghal, la historia asegura que era descendiente de Niall de los Nueve Rehene, un rey irlandés, que dominó Irlanda entre los siglos VI y X.
Durante su juventud fue monje y abad del monasterio de Aghaboe, un recinto distinguido y con la característica de tener una dedicación especial por el estudio de la Sagrada Escritura, la filosofía, la ciencia y las letras. Fue esta preparación la que hizo que años más tarde fuera conocido como Virgilio el Geómetra o Virgilio el Sabio.
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“Hacia el año 743, emprendió una peregrinación a Tierra Santa, pero se detuvo en Baviera por petición del duque Odilón, y allí comenzó su obra evangelizadora. Fue nombrado abad de San Pedro en Salzburgo y, años más tarde, en 767, obispo de la misma ciudad, sucediendo a San Juan de Ratisbona”.
El trabajo que realizó en su episcopado, se evidenció en evangelizar, construir iglesias y monasterios además de realizar una profunda reorganización de la vida eclesial bajo la premisa del espíritu pastoral.
“El santo se distinguió por su defensa del conocimiento científico, lo que lo llevó a un histórico desencuentro con San Bonifacio, el gran evangelizador de Alemania. Virgilio sostenía, basándose en principios astronómicos, que la Tierra era redonda y que podían existir pueblos en el hemisferio opuesto. Esta idea fue considerada sospechosa en su tiempo, pero el Papa Zacarías le dio la razón, reconociendo que su postura no era contraria a la fe”.
San Virgilio fue al encuentro del creador el 27 de noviembre de 784 en Salzburgo. Fue canonizado en 1233 por el Papa Gregorio IX y es patrono de la diócesis de Salzburgo, una de las más antiguas del mundo germano.
Oración
San Virgilio, pastor sabio y misionero fiel, tú que combinaste el amor por Cristo con la sed de conocimiento, ilumina hoy nuestro camino de fe.
Tú que formaste comunidades cristianas en tierras lejanas, ruega por los misioneros de hoy, para que no se desanimen en su tarea de sembrar el Evangelio.
Tú que supiste integrar ciencia y fe, ayúdanos a vivir con una mente abierta a la verdad y un corazón rendido al Espíritu.
Guía a los educadores, científicos, teólogos y predicadores, para que su sabiduría esté al servicio del Reino y no del orgullo humano.
Ruega por la Iglesia, para que nunca tema el conocimiento, sino que lo eleve con la gracia. Y ruega por nosotros, para que, como tú, caminemos con humildad, sirviendo, construyendo y amando sin descanso.
San Virgilio de Salzburgo, intercede por nosotros y haznos sabios en el amor de Dios.
Amén.
Carlos A. Ramírez B.



