La crisis en la frontera colombo venezolana se agudiza cada día más y parece que a nadie o a pocos les importa, aseguró el obispo del fronterizo estado Táchira y encargado de la Presidencia de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), monseñor Mario Moronta, en entrevista para EL COLOMBIANO.
El prelado de la Iglesia católica presentó no solo duras críticas al gobierno de Nicolás Maduro, sino que cuestionó el papel de la oposición y ofreció cifras que demuestran que un 20 % de la población del vecino país ha buscado refugio en los naciones del sur, escapando del hambre.
¿Cómo está la frontera?
“Cada vez que recorro la frontera puedo constatar el enorme flujo de venezolanos provenientes del centro y oriente del país que están llegando. Prefieren vivir en las calles o debajo de los puentes aún a riesgo de que los persigan las autoridades como delincuentes. A diario llegan más personas a la frontera. En promedio pueden ser unas 700 u 800 cada día. La migración ha ido cambiando, se ha transformado. En estos momentos ya no están migrando, están huyendo del país. La situación empeora ante la mirada indiferente de la dirigencia política que no considera importante el escenario. Esta salida de personas genera otras dificultades: el que huye es quien no posee nada y al no conseguir nada en los lugares a donde va, reacciona porque es una necesidad la de sobrevivir”.
¿Qué ha pasado con las ayudas humanitarias internacionales?
“Existen algunas organizaciones que tienen el contacto directo con las instancias internacionales y brindan servicios que son pagados con estas ayudas internacionales. Pero una gran cantidad de ese dinero (de la ayuda humanitaria) se está quedando por el camino para pagar gastos onerosos de dirigentes que han recibido el dinero para ayudar a los venezolanos a paliar la crisis y resulta que nada. Estados Unidos y la Unión Europea deberían hacer una investigación sobre eso concretamente y saber a quién se les entregan los recursos. Eso es importante porque con lo que ha dicho la prensa, por ejemplo que Estado Unidos acaba de dar 90.000 millones de dólares para atenuar la crisis venezolana, con eso algo se hace, pero nuestros hospitales y los diversos servicios de atención y protección al ciudadano, ¿cómo están? ¿a quién le llega ese dinero?”.
¿Se ha desestimado la crisis de la frontera?
“La frontera no le duele a nadie sino a quien está aquí. Sea la frontera que sea. Paraguachón, Tibú, Puerto Santander, Guasdualito o por Puerto Carreño. Al gobierno venezolano no le interesa la frontera y eso quedó demostrado en el show que montaron con las maniobras militares con chatarra rusa que a nadie iba a asustar (…) la gente decía: ¿…y dónde están? Porque ni en San Antonio, ni Ureña, aparecieron, todo se hizo en el aeropuerto de La Fría. La situación de Venezuela se está escapando de las manos de todos los países. Ahora se suman los grupos xenófobos que tienen connotación política. También es cierto que no es lo mismo recibir una avalancha de 6 millones de migrantes en cuatro años que ir recibiendo pequeñas oleadas sobre las que se puede tener cierto control. Esto no lo ha estudiado ni el gobierno ni la oposición, solo lo han hecho las organizaciones internacionales que tratan de dar algunas ayudas”.
¿Ignora el mundo la realidad de Venezuela?
“El mundo no se ha dado cuenta de la condición que se está viviendo y las causas. Estados Unidos, la Unión Europea y en el mundo hablan más de los problemas del gobierno y la oposición, pero no se habla del hambre que se está pasando en Venezuela. No se han dado cuenta de esta crisis. No se trata de una crisis política, es una crisis humana, prefiero llamarla así y no humanitaria porque es un término que les duele a los chavistas y a los de la oposición. Se ha perdido la dignidad humana cuando a quienes regresan de Cúcuta con un poco de mercado se lo quitan con el cuento de estar contrabandeando. No hay respeto a la dignidad humana. En Venezuela lo inhumano se convierte en inmoral y lo inmoral, termina haciendo amoral”.
¿Y cómo ve Nicolás Maduro la situación?
“El presidente acaba de reconocer públicamente que estamos ‘jodidos… pero bien y felices’. Si un presidente usa esa expresión, debería renunciar porque si no es capaz de sacar de la ‘jodedera’ a su pueblo es mejor que se vaya. Pido perdón porque los obispos no debemos decir groserías. Solo repito la palabra que dijo el presidente que, además, es una ofensa terrible al pueblo que está ‘jodido’ y no sé por qué siguen creyendo en él. Le digo a ‘súper bigote’, como se hace llamar, que arregle los problemas (…) el único que está bien en Venezuela es él que come todas las veces que quiera y lo que quiera. Él no puede decir lo que comentó una familia de Maracay que duerme en las calles de San Antonio del Táchira y no pueden ni bañarse. Ellos me decían: ‘padre aquí todas las noches nos dan una arepa y en el día nos dan de comer en Cúcuta por eso estamos aquí’. ¿Eso alegra al presidente de Venezuela?”.
Rosalinda Hernández / El Colombiano