Cardenal Jorge Urosa Savino, Arzobispo Emérito de Caracas
En seguimiento del Sínodo amazónico celebrado en octubre pasado, el 12 de febrero el Papa Francisco publicó su Exhortación apostólica post sinodal, llamada “Querida Amazonía! Este documento viene a llenar las expectativas del mundo católico, especialmente de quienes vivimos en los países amazónicos. No es muy larga y por su estilo sencillo y directo se lee con facilidad.
SUEÑOS DEL PAPA FRANCISCO
Teniendo como referencia las labores sinodales y en especial el documento final del Sínodo que él presenta con interés en este mensaje –aunque no da su explicita aprobación a ese texto–, el Papa desarrolla su exposición en cuatro grandes capítulos, que nos ofrecen sus diversos “sueños” para la Amazonía. El sueño social, el cultural, el ecológico y el eclesial.
En los tres primeros capítulos (8-60) él nos ofrece los sueños o aspiraciones que tienen que ver con la realidad social, cultural y ecológica, del territorio amazónico, que abarca 9 países de América del Sur. Estos sueños manifiestan la loable inquietud del Santo Padre por los gravísimos problemas sociales y de otra índole que sufren los habitantes de esa extensa región, tan importante también para el mundo entero por su exuberante, rico y extenso territorio
Son inquietudes y exigencias morales que nos plantea el Papa a los católicos y a todos los hombres de buena voluntad de esos países, pero también del resto del mundo, pues los problemas sociales de la injusticia, de los derechos humanos, y de la promoción de la paz, son problemas globales de la humanidad. Y también el cuidado del ambiente, de la naturaleza o ecología, el cambio climático, es algo que atañe a los ciudadanos y habitantes de todo el orbe. Allí expresa Francisco requerimientos morales que van en la línea de la escucha y defensa de los pobres, del medio ambiente, de la mujer, de los niños, en fin de los débiles y oprimidos, que constituyen buena parte de los habitantes de la Amazonía.
Entre los comentaristas católicos estos capítulos han encontrado una aceptación generalizada, pues reflejan las enseñanzas de la doctrina social de la Iglesia, puesta al día por las encíclicas y varios documentos de los Papas Paulo VI, San Juan Pablo II, y Benedicto XVI… No entraré a analizarlos detalladamente. En el aula sinodal estos temas fueron tratados todos con gran aceptación por parte de la asamblea, dada la conciencia social y humanitaria de los Padres sinodales. Simplemente indico aquí la necesidad y nuestra perentoria obligación de prestarles mucha atención, y trabajar fuertemente por su aplicación.
EL SUEÑO ECLESIAL
Dedicaré mis comentarios sobre todo al cuarto capítulo, el más largo del texto, que desarrolla el gran sueño eclesial del Papa, sus enseñanzas con respecto a la acción pastoral específicamente religiosa (61-110).Y me centraré concretamente en algunos puntos de gran importancia.
- Una más intensa evangelización (61-65)
En primer lugar deseo destacar especialmente las enseñanzas del Papa sobre la necesidad de una predicación más intensa, de la enseñanza explícita del evangelio, el anuncio del Kerygma. No se puede dar preeminencia al aspecto social. Este, que es muy importante, debe ser enmarcado dentro de la acción de la Iglesia para anunciar a Jesucristo, suscitar la fe en él, y llevarlo al corazón de los habitantes de la Amazonía. Muy importante esto, para superar una especie de descuido de la acción propiamente evangelizadora, santificadora y de atención pastoral y religiosa de las comunidades, por una dedicación mayor o prioritaria al asunto socio económico. Muy loable la labor social, pero no puede reducir la Iglesia su acción a este campo, como si fuéramos una ONG cualquiera, nos dice el Papa. Él nos llama a “integrar mejor la social con lo espiritual” (76).
2.- La centralidad de Jesucristo (62-65; 74)
En segundo lugar, algo muy importante, poco mencionado en el Instrumentum Laboris: la centralidad e importancia de Jesucristo, nuestro Señor, en el cual y para el cual fueron creadas todas las cosas, en quien tiene su origen y culminación la Creación, el Señor de la historia y de la humanidad. Esta puesta de relieve de Jesucristo en la Exhortación es sumamente importante, y muy valiosa en una época de secularismo y de descuido de la presentación de Jesús como el Señor de la historia, la vida misma de la Iglesia, el salvador de la humanidad, el único que puede darnos la salvación y el perdón de los pecados.
3.- El sacerdote configurado a Cristo (87-88)
Muy valiosa sin duda la doctrina que expone el Santo Padre sobre el sacerdocio católico, la configuración también sacramental de Jesús en el sacerdote. Este es importante en la comunidad eclesial precisamente porque representa a Jesús que es la cabeza de la Iglesia, la fuente de la nueva vida y de la salvación. Esta configuración del sacerdote a Jesucristo es la fuente y la causa de su importancia en la Iglesia, y el porqué sólo el sacerdote puede celebrar la Eucaristía.
4.- Suscitar vocaciones amazónicas, sin admitir sacerdotes casados (89-94)
Y otro tema sumamente importante es el de la atención pastoral, sacerdotal y específicamente sacramental a los fieles de la Amazonía. En este punto el Papa se aparta del documento final del Sínodo y no acoge la propuesta de la ordenación sacerdotal de los diáconos permanentes casados, de los así llamados “viri probati”. Aquí el Papa Francisco no ve la necesidad de romper con la disciplina general de la Iglesia latina de ordenar sacerdotes solo a hombres célibes por el Reino de los Cielos. El Santo Padre tiene la convicción de que con una buena acción pastoral por parte de los Obispos, con la oración por las vocaciones, y con el envío de más sacerdotes de las Iglesias de la Amazonía a esas regiones, se solucionará ese grave problema.
De hecho en Venezuela, muy concretamente, una intensa pastoral vocacional –oración en las comunidades, atención religiosa a los jóvenes, y llamados concretos al servicio sacerdotal– ha dado buen resultado. Gracias a Dios, Diócesis que hace 50 o 60 años tenían poquísimas vocaciones, hoy tienen bastantes. Todo ello debido a una exitosa pastoral vocacional intensa y continúa. Por esto, ordenar sacerdotes a buenos hombres casados no es necesario. Hay otros caminos. Y el Papa nos hace un llamado a que las Iglesias de la Amazonia dediquen sacerdotes de sus Diócesis a la labor pastoral en las zonas donde hacen falta más sacerdotes.
De esta manera, indicando la vía de una acción pastoral específica, evita prudentemente Francisco tomar una medida que, sin duda, crearía una gran cantidad de problemas, especialmente dada la importancia real, teológica, espiritual y concreta del celibato actualmente en la Iglesia latina. Con la fisura del celibato se introduciría una inestabilidad e inseguridad indeseables, y problemas de diverso tipo en las filas de los actuales sacerdotes. Podemos dar gracias al Papa Francisco por haber dejado a un lado esa propuesta novedosa e innecesaria. Por otra parte hubiera sido muy conveniente en este documento tener también una valoración positiva del celibato sacerdotal.
5.- La fuerza y el don de la mujer, pero sin ordenación sacramental (99-103)
Por la identificación y configuración sacramental y ontológica del sacerdote con Cristo, la mujer, que es muy importante en la Iglesia, no puede acceder a la ordenación sacramental. Sin duda es de destacar el gran valor que el Papa atribuye a la mujer en la Iglesia, y su labor histórica en la vida e historia de la Iglesia en la Amazonía, antes y ahora. Pero no se puede pasar de esa gran valía a algo estructural, sacramental, como las así llamadas “diaconisas”.
Esta acertada enseñanza papal, que no satisface la aspiración del documento final del Sínodo con respecto a un ministerio femenino ordenado, es una de las fuentes de disgusto y fuertes críticas a la Exhortación en algunos sectores de la Iglesia, especialmente en Europa, y América del Norte.
6.- Mayor participación de los laicos (93-94)
Dadas las exigencias pastorales de la Amazonía y la actual escasez de sacerdotes en esa región, el Papa da mayor importancia a la necesaria y legítima participación de los laicos en la vida apostólica de las comunidades eclesiales. “Necesitamos promover el encuentro con la Palabra y la maduración en la santidad a través de variados servicios laicales, que suponen un proceso de preparación —bíblica, doctrinal, espiritual y práctica— y diversos caminos de formación permanente”, nos dice el Papa. (93) Es preciso que aumente la participación de laicos maduros y dotados de autoridad (94).
EXIGENCIAS NO COMPLACIDAS
Algunos lamentan que el Santo Padre no haya aprobado explícitamente el documento final del Sínodo. Él lo “presenta” pero omite aprobarlo. Probablemente la razón de esto hayan sido las controversiales exigencias de la ordenación de hombres casados y la del posible diaconado femenino.
En este contexto llama poderosamente la atención que la Exhortación, por la omisión de acoger la ordenación de hombres casados y el hipotético diaconado femenino, ha recibido fuertes ataques por parte de algunos sectores de la Iglesia, especialmente en otras partes, no en los países amazónicos, que yo sepa.
Por otro lado sorprendentemente algunos obispos y sacerdotes opinan que la discusión y propuesta de los sacerdotes casados y las diaconisas, siguen en pie; que el silencio del Papa deja el asunto abierto. Es decir, no importa lo que haya dicho el Papa, ni que haya expresamente omitido acoger esas propuestas del Sínodo.
Esa es una actitud extraña, y poco prudente. Se plantea así mantener sobre la vida sacerdotal del clero diocesano una incertidumbre, inseguridad y controversia nociva, inclusive en regiones muy distantes de la Amazonia y sin la razón de la carencia de vocaciones.
UN TEMA QUE REQUIERE DISCERNIMIENTO
La Exhortación hace algunas reflexiones sobre el respeto de la cultura indígena, incluso de sus ritos. En este último aspecto habrá entonces que discernir cuáles gestos religiosos indígenas puedan ser valorados, y que no sean realmente idolátricos y paganos (79). Ese discernimiento es obligatorio, para mantener la pureza de la fe, y llevar por la ruta de la verdad y de la auténtica religión sin elementos de sincretismo, a nuestros hermanos de los pueblos originarios.
CONCLUSIÓN
Tenemos en las Iglesias amazónicas grandes retos que nos plantea el Papa: el desafío de la defensa del medio ambiente amazónico, y, sobre todo, de las personas que allí viven, especialmente de los pueblos originarios. Son retos que debemos afrontar con decisión.
Y hay un reto más importante todavía que solo la Iglesia puede abordar: la tarea inmensa y la hermosísima misión de evangelizar e inculturizar el Evangelio y la Iglesia en esos pueblos, respetando sus culturas.
Por supuesto, tenemos el reto de defender los derechos de esa gente, especialmente de los indígenas, a su territorio y a su forma de vida. Debemos hacerlo. Pero sobre todo, repito, tenemos el reto de evangelizar. ¿Por qué, en otras épocas la evangelización de América Latina transformó y convirtió a pueblos enteros, y produjo vocaciones en los pueblos indígenas y no ahora? Es una pregunta que con humildad y valentía debemos plantearnos los obispos de las Iglesias particulares amazónicas.
Si en otras épocas se implantó firmemente la fe, el evangelio y la Iglesia Católica en la América del pasado, si hubo vocaciones indígenas entonces, ¿por qué no podemos lograrlo ahora?
Damos gracias al Papa por las enseñanzas que nos da en esta Exhortación, y pedimos a Dios y a nuestra amorosa Madre celestial, la Santísima. Virgen María, que nos ayude a recorrer con fuerza nuevos, válidos y efectivos caminos para la evangelización de los pueblos, en Amazonia y en el mundo entero. Amén.
Caracas, 16 de febrero de 2020