Libia. Un país que arrastra 9 años de conflicto, hambre, inseguridad, guerra, pobreza extrema. Ahora tienen que hacer frente también a la amenaza global: el coronavirus. La salud y la seguridad de toda la población del país están en riesgo, los datos hablan por sí solos: alrededor de 400.000 libios han sido desplazados desde que comenzó el conflicto hace 9 años y tan sólo en lo que va de año más de 3.200 migrantes y refugiados han sido interceptadas en el mar y devueltos a Libia. Además de verificarse en tan sólo los últimos 5 meses 113 casos de violaciones graves a mujeres y niños, incluidos asesinatos y mutilaciones de niños, ataques a escuelas e instalaciones de salud.
Un panorama que no puede pasar desapercibido a los ojos de nadie, tampoco a los de las organizaciones y ONG mundiales. Es por ello que han realizado una Declaración Conjunta para pedir fin a esta situación. La declaración ha sido firmada por el Subsecretario General de las Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios, Mark Lowcock, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi Gerente, el Director General de UNICEF, Henrietta Fore, la Directora Ejecutiva del Fondo de Población de las Naciones Unidas, la Dra. Natalia Kanem, el Director Ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos, David Beasley, el Director General de la Organización Mundial de la Salud,Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus y el Director General de la Organización Internacional para las Migraciones, António Vitorino.
Ignoran los llamamientos de “alto al fuego”
En dicha declaración ponen de relieve como a pesar de los reiterados llamamientos a un alto el fuego humanitario, incluso por parte del Secretario General de las Naciones Unidas, las hostilidades continúan sin cesar, lo que impide el acceso y la entrega de ayuda humanitaria básica. Los trabajadores humanitarios enfrentan desafíos significativos todos los días para llevar a cabo su misión. De hecho, en marzo de 2020, los socios humanitarios informaron de un total de 851 restricciones al acceso a movimientos de personal y ayuda humanitaria dentro y hacia Libia.
Libia no es segura. Stop a las repatriaciones
También hablan por los más de 3.200 migrantes y refugiados que desde principios de este año han sido interceptados en el mar y devueltos a Libia. Muchos de ellos terminan en uno de los 11 centros oficiales de detención. Otros son llevados a estructuras o centros de detención no oficiales a los que la comunidad humanitaria no tiene acceso. Las Naciones Unidas ha reiterado que Libia no es un refugio seguro y que las personas rescatadas en el mar no deberían ser repatriadas.
Ataques a hospitales: violaciones “vergonzosas” del Derecho Humano
Además, aseguran que las mujeres y los niños siguen siendo los más afectados por el conflicto armado en Libia: “en el último año, las Naciones Unidas han verificado 113 casos de violaciones graves, incluidos asesinatos y mutilaciones de niños, ataques a escuelas e instalaciones de salud. Los hospitales y las instalaciones de salud fueron atacados por bombardeos, que trastornaron aún más el frágil sistema de salud libio. Desde principios de año, al menos 15 ataques han dañado instalaciones de salud y ambulancias y lesionado a trabajadores de salud. Estos ataques son una violación flagrante del derecho internacional humanitario y son aún más vergonzosos durante la pandemia de COVID-19” se lee en la declaración.
A esto se le suma la aparición del coronavirus que ejerce aún más presión sobre el sistema de salud ya sobrecargado y amenaza aún más a las personas más vulnerables del país. Hasta el 13 de mayo, se habían confirmado 64 casos de COVID-19, incluidas tres muertes, en diferentes partes del país pero el riesgo de una nueva escalada de la epidemia es muy alto.
Llamamiento: garantizar el agua y la ayuda humanitaria
Por todo ello, instan a todas las partes en conflicto a proteger estructuras vitales de suministro de agua. “Estamos extremadamente alarmados de que los sistemas de agua hayan sido deliberadamente atacados o atacados indiscriminadamente. Esto afecta a miles de mujeres y niños y dificulta los esfuerzos para implementar medidas básicas de prevención de virus, como el lavado de manos” se lee en la declaración. Además, declaran su apoyo al llamamiento realizado por el Secretario General por un alto el fuego mundial y una pausa humanitaria para salvar vidas y permitir que las autoridades libias y sus socios dediquen sus energías a detener la propagación de COVID-19. “La comunidad internacional no debe hacer la vista gorda ante el conflicto en Libia y sus efectos catastróficos en los civiles, incluidos los migrantes y refugiados, en el país” concluyen.