A la declaración de intenciones conjunta, la primera firmada por un número tan grande de organizaciones confesionales en esta área, se han unido, entre otras, organizaciones católicas, metodistas, anglicanas y budistas. La participación católica es particularmente significativa en esta semana Laudato si’, celebrada en la víspera del año dedicado al cuidado de la Creación que comenzará el 24 de mayo en el quinto aniversario de la publicación de la Encíclica del Papa Francisco sobre la ecología integral.
El tema, “cuidar la casa común”, es un tema corre el riesgo de quedar eclipsado, debido a la emergencia sanitaria y la emergencia económica y social que se vislumbra en el horizonte. Mientras que se sigue haciendo caso omiso del Acuerdo de París sobre el clima. Esto se confirma en un reciente informe de la ONG cristiana británica Operation Noah, según el cual ninguna de las grandes multinacionales petroleras ha cumplido hasta ahora los objetivos fijados por la Cop21 en 2015. Las comunidades de fe, por otra parte, hace tiempo que han tomado la delantera en el movimiento de desinversión mundial de la energía fósil y son las que más iniciativas individuales han aportado en este sentido: más de 350 de un total de 1.400. Sólo en el último mes, 21 organizaciones católicas con un total de activos de 40.000 millones de dólares se han comprometido a invertir en empresas que han firmado el Compromiso de Inversión de Impacto Católico, Catholic Impact Investing Pledge, el compromiso de respetar las enseñanzas sociales de la Iglesia sobre la protección del medio ambiente y la justicia social en sus planes de inversión.
La nueva iniciativa conjunta interreligiosa tiene por objeto alentar a los gobiernos de todo el mundo a promover políticas en este sentido para permitir una recuperación «completa y resistente» en la era posterior al Coronavirus. «La actual crisis sanitaria ha puesto de relieve más que nunca la necesidad de una acción internacional coherente ante una amenaza mundial», subraya el reverendo Rowan Williams, ex primado de la Iglesia Anglicana, según el cual la experiencia del Coronavirus es una lección que debe aprenderse también para el cambio climático: «Hacerlo», dice, «significa tomar medidas prácticas y eficaces para reducir nuestra dependencia letal de los combustibles fósiles». El Padre Endra Wijayanta, Director de la Comisión de Justicia, Paz e Integridad de la Creación, de la Arquidiócesis de Semarang, Indonesia, también está de acuerdo: «Esta pandemia es el momento adecuado no sólo para reflexionar, sino también para actuar» deteniendo «la espiral ecológica de muerte» y «tomando el camino de una forma de vida más sostenible».
«Cada dólar invertido en combustibles fósiles es un voto de sufrimiento», insta Tomás Insua, director ejecutivo del Movimiento Católico Mundial por el Clima (Mcgc). Para Isabel Apawo Phiri, secretaria general adjunta del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), la desinversión de los combustibles fósiles para una economía más sostenible es «más urgente que nunca». James Buchanan, jefe de la campaña Bright Now de la Operación Noé, recuerda por su parte que «Las decisiones que tomemos ahora afectarán el futuro de la humanidad durante miles de años.