Mateo 10, 37 – 42
El que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí.
Amar a Jesús es entregar lo más profundo del corazón al que derramó su sangre para purificarnos. El Señor nos recuerda que nadie está por encima de Dios, de allí la indicación que hace el texto sobre el abandono de los lazos familiares y el grado de amor pedido por Dios que debe estar por encima de cualquier realidad.
Si somos cristianos, tenemos que seguir el camino de Jesús. Él tomó la cruz más pesada de todas, y nos pide que llevemos la nuestra para ser dignos de él.
Al identificarnos con Cristo estamos llamados a vivir a plenitud nuestra condición de cristianos. A través de nuestros actos debemos hacer presente a Aquel que ha entregado su vida en la cruz por nuestra salvación. Pidamos hoy al Señor que tome el lugar que le corresponde en nuestra vida, para que así podamos amar a los demás con su amor, reconociéndole en cada uno de nuestros hermanos.
Pbro. Ricardo Casanova