Mateo 11, 25 – 30
Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón.
Jesús invita con ternura y compasión, con respeto y con fuerza: vengan a mí. Su invitación se dirige sobre todo a aquellos que se encuentran cansados y agobiados por muchas preocupaciones y dificultades que deben enfrentar.
Ofrece descanso, ofrece alivio. Para esto es necesario compartir con él el peso de su yugo y aprender de él, imitar su entrega, su disponibilidad para con la voluntad del Padre. De este modo damos sentido a nuestra vida, nos ocupamos de lo que nos preocupa, haciendo lo posible por resolver lo que está en nuestras manos.
Contemplamos a Cristo como carga la cruz, sin odios ni rebeldías; experimentamos su dolor, nos unimos íntimamente a él hasta el punto de decir como san Pablo: “ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí”.
Pbro. Ricardo Casanova